La pintura madrileña del XVII deslumbra al público romano
Un Velázquez a caballo entre España e Italia
En 1635, Diego Velázquez retrató a Juan Martínez Montañés mientras modelaba en barro el busto que sirvió al escultor boloñés Pietro Tacca para realizar la estatua ecuestre de Felipe IV que se encuentra en la plaza de Oriente de Madríd. Galileo Galilei calculó la estructura de esa obra, que fue todo un símbolo de colaboración artística internacional. Y el retrato de Martínez Montañés que Velázquez dejó inacabado, al no dibujar una mano ni pintar el busto del monarca, es la estrella de la exposición Pintura madrileña del siglo XVII inaugurada el miércoles en el Palazzo delle Esposizioni de Roma, como parte del Festival España-Italia.
La muestra abierta al público el miércoles incluye 51 óleos distribuidos entre cuatro salas y una superficie total de 800 metros cuadrados, con una cierta premura que había dejado pequeñas señales en los trabajos de carpintería. Hay un fray Juan Rizi llegado del Museo de Burgos, un Francisco Rizi de la Casa de Alba y otros cuadros aportados por el Monasterio Real de Guadalupe, la Universidad Complutense de Madrid, la Real Academia de Bellas Artes o los Museos de Oviedo o Álava. Pero la gran mayoría de las obras -concretamente 36- proceden del Museo del Prado, cuyo director, Felipe Garín, informó, en la presentación de la exposición, de que el Prado tiene actualmente 80 cuadros destacados en Italia.Los que no se encuentran en Roma cuelgan en Milán, como parte de la exposición titulada De Goya a Picasso inaugurada hace un mes, también en el marco del Festival Italia-España.
Jesús Urrea, jefe del departamento de Pintura italiana de la pinacoteca del Prado y responsable de la selección presentada estos días en Roma, destaca una virgen pintada por Alonso Cano y un bodegón de Juan van der Hamen, artista nacido en Madrid de familia flamenca, entre los cuadros de esta muestra dominada por la temática religiosa.
Los menos conocidos
Un Zurbarán mitológico, tres óleos de Juan Carreño de Miranda y uno de Juan Pantoja de la Cruz figuran en la exposición romana junto a obras de artistas menos conocidos, en los que se reconoce la influencia de los grandes maestros de la época. Así, la impronta de Tiziano en la Recogida del maná de Diego Polo, la de Veronese en el Abraham y Melquisedec de Escalante y la de Velázquez y la escuela flamenca en La Asunción de Antolínez.La exposición, que convive en el Palazzio delle Esposizioni con una antológica del pintor colombiano Fernando Botero, constituye el primer intento de presentar esta "escuela madrileña" que Alfonso Pérez Sánchez valora en el catálogo como "uno de los núcleos artísticos más singulares del barroco español".
Jesús Urrea reconoce que la muestra incluye un número poco elevado de naturalezas muertas y explica que este hecho se ha producido así porque el Ministerio de Cultura prepara una gran exposición en. Japón sobre ese mismo tema, de forma que algunas importantes piezas no han podido ser incluidas en esta exposición italiana.
Simultáneamente, se acaba de inaugurar, también en Roma, en el Istituto Nazionale per la Grafica, otra exposición de grabados titulada Monarquía y religión, imágenes de la España barroca.
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