"Le presté mi diario íntimo a Prince"
En su anterior visita a España, Martika parecía sufrir un ataque agudo de misticismo, que los atribulados acompañantes de su discográfica atribuían a la mala influencia de Prince. Se refugiaba en la oscuridad, encendía incienso, llevaba túnicas monjiles y pañuelo de zahorí. Ahora la mística se disculpa: "Estaba trasladándome a vivir sola en Nueva York y rompiendo con mis padres, que eran también mis representantes. Tratándose de la hija menor de una familia cubana, ya te imaginarás que aquello fue una tragedia. No, lo del pañuelo en la cabeza no significaba nada: desde pequeña he admirado a los gitanos, a la gente del circo; su forma de vivir, su estética me fascinan".Marta Marrero tiene 22 años y conserva frescos los incidentes de la infancia y la adolescencia. Verbigracia el bonito recuerdo de actuar a las órdenes de John Huston en 1981: "Yo era una de las niñas de Annie, aparecí en la película y en la banda sonora. Huston era como un abuelo, apenas se movía, pero fue muy cordial conmigo. Ahora, me tiro de los pelos, ¡las cosas que podía haberle preguntado!".
Su familia se fue de Cuba en 1961: "Mi padre trabajaba en un banco y Castro nacionalizó todo. Estuvieron un tiempo en Miami, pero se trasladaron finalmente a un suburbio de Los Ángeles". ¿La típica niña prodigio?: "¡Desde luego! Animaba las fiestas de la familia desde chiquitina, así que mis padres, aunque eran muy conservadores, me pusieron profesoras de canto y baile". A los 14 años Martika ya era profesional: "Miré el listín telefónico y apunté los datos de las agencias artísticas. Mi mamá no quería saber nada, así que me planté: o me llevas o me iré en cuanto tenga permiso para manejar el carro. Y me acompañó y conseguí enseguida un agente".
Siguieron películas, musicales, spots publicitarios, pequeños papeles en comedias de situación y el trabajo como una de las intérpretes de Kids, Incorporated, un programa tipo Fama que tuvo mucho éxito en California. "Fue la mejor escuela posible: me acostumbré a cantar de todo y grabé cuatro discos colectivos".
En 1988 llegó el primer elepé bajo su nombre. "Allí están algunas de las canciones que yo preparaba desde los 14 años, pero también hay temas que preferiría olvidar, aquello de Si tú eres Tarzán, yo soy Jane. Hay cosas salvables, como Toy soldiers, que describe el amor como una droga. Hoy me da vergüenza escucharlo, es el disco de una mocosa que presume de saber mucho de la vida y... yo entonces era virgen, no digo más".
El licor del éxito tenía un sabor desacostumbrado: "Empiezan a llegar los discos de oro y te sientes frustrada. Yo deseaba actuar, dar conciertos como cualquier grupo de rock y me llevan a hacer promoción al Festival de Viña del Mar, en Chile. Y yo diciendo: 'ustedes no saben quién es Martika, no soy una marioneta'. Nadie me tomaba en serio".
Tema erótico
Prince sí confió en ella. "Había escuchado Toy soldiers y, por lo visto, reflejaba su estado de ánimo. De esto me enteré después, lo que ocurrió es que tuve la intuición de que él pensaba en mí y decidí telefonearle. Fui a Paisley Park, su estudio de Minneapolis. Temblando de miedo le presté mi diario íntimo, que nunca había enseñado a nadie. Por la noche me dijo que tenía un tema muy erótico para mí, Martika's kitchen. Luego, colaboramos en otras tres canciones. Ya sabes que él usa seudónimo en las canciones que cede a sus amigas, pero en mi caso firmó con su nombre. ¿Por qué? Ah, eso habría que preguntárselo a él. La nuestra es una relación imposible de definir. Prince no es una persona normal. A veces se concentra tanto en la música que resulta antipático. Pero eso es parte de su magia: no parece humano, es como estar al lado de un ángel, alguien que tiene la misión de traer luz, amor y comprensión al mundo".Con Prince Martika comparte el interés por lo sobrenatural: "Está muy versado en los evangelios apócrifos, sabe todo sobre los viajes de Jesucristo por Egipto y la India, él hacía milagros gracias a su poder mental". Martika rechaza violentamente el catolicismo, aunque declara su simpatía por las enseñanzas del padre Matthew Fox, un dominico rebelde que atribuye sexo femenino a Dios y escribe libros como Guía para una espiritualidad sensual.
Martika también ha disfrutado de la oportunidad de conectar con sus raíces étnicas gracias a Mi tierra, el tema salsero que interpreta con la sublime Celia Cruz: "Para Celia Cuba es una herida que sangra, una frustración constante. Ella dice que Cuba es su idea del paraíso y que debe volver allí antes de morir. Hablamos y yo intenté transcribir sus sentimientos, que son diferentes de los míos: los hijos de los cubanos que emigraron a Estados Unidos tenemos otra visión, queremos construir nuestro paraíso aquí y ahora, sin entrar en discriminaciones por. diferencias de raza, pasaporte o ideología".
Babelia
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