Los dramaturgos se organizan contra el 'olvido' de Francfort
Los escritores de teatro celebran su primer congreso bajo el signo de la beligerancia
El primer congreso nacional de la Asociación de Autores de Teatro comenzó ayer en San Sebastián bajo el signo de la unanimidad. Todos los participantes están de acuerdo en que el objetivo es demostrar que existen autores de teatro españoles vivos y que es la Administración quien se niega a aceptarlo con una política cultural errónea, cuyo ejemplo más ilustrativo fue la reciente Feria del Libro Francfort.
"Éste es un congreso beligerante", repetía ayer Eduardo Ladrón de Guevara. "Hemos venido a denunciar que los autores de teatro movemos cientos de millones de pesetas y no recibimos nada. Somos sistemáticamente ignorados". La ausencia de dramaturgos españoles en la Feria de Francfort "no fue un error político", dijo Ladrón de' Guevara, "sino una desvergüenza. Después de debatir si incluían a los autores de teatro decidieron que no lo hacían. Este planteamiento es intolerable porque el teatro vive un momento estupendo en España y corremos el riesgo de convertirlo en un género similar a la ópera, donde es excepcional el montaje de obras firmadas por autores nuevos".En nombre de Antonio Buero Vallejo, presidente de honor de la Asociación de Autores de Teatro, su esposa, la actriz Victoria Rodríguez, leyó un texto del escritor en el que pidió la revalorización de la obra de teatro escrita, "no ya considerada simple guión más o menos manipulable, sino obra además de apetecible lectura, pues un pueblo realmente conectado con su propio teatro no se limita a presenciarlo sino a leerlo".
El escritor leonés Fermín Cabal dijo: "La política cultural socialista ha tendido a enfatizar las producciones en los teatros públicos. Al intentar resolver así la crisis estructural del teatro español, la Administración ha provocado un derrumbe que puede conducir a la desaparición del teatro a corto plazo".
El congreso, en el que participan, hasta el próximo domingo, cerca de 50 escritores, se ha convertido en un alegato contra las programaciones de los teatros públicos y las directrices culturales de todos los niveles de la Administración, desde el Ministerio de Cultura hasta los ayuntamientos.
Babelia
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