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Los alemanes ignoran a Yeltsin en su visita a Bonn

La segunda jornada de la visita a Alemania del presidente de la Federación Rusa, Borís Yeltsin, se desarrolló ayer ante la más absoluta indiferencia popular, puesta especialmente en evidencia en la plaza del antiguo Ayuntamiento de Bonn, de la que ni siquiera había sido excluido el tradicional mercado, y donde no más de 500 personas contemplaron la llegada del líder ruso y su esposa para firmar en el libro de la ciudad. Decenas de miles de personas vitorearon entusiásticamente al líder soviético Mijaíl Gorbachov, hace poco más de dos años, en el mismo lugar.La prensa alemana y los observadores diplomáticos discutían ayer los detalles simbólicos que Bonn había incluido y excluido del protocolo para, de forma sutil, degradar la categoría de la recepción oficial" que, teóricamente, tenía las características de una visita de un jefe de Estado. Valgan dos anécdotas. El canciller Helmut Kohl no vestía su clásico traje oscuro ni cuando recibió a Yeltsin y ni durante la firma de la declaración conjunta y posterior conferencia de prensa. Kohl portaba una chaqueta gris y calzaba calcetines verdes. En su viaje desde el aeropuerto militar de Colonia hasta Bonn fue escoltado por siete policías motorizados en lugar de los 15 que habitualmente flanquean a los jefes de Estado. Para explicarlo, los responsables de protocolo de cancillería han acuñado la expresión "visita de trabajo de un presidente de Estado", aunque este especial apartado haya sido aplicado por la primera vez.

Yeltsin puso ayer en evidencia su relativa ingenuidad en la arena internacional. Uno de los mensajes que más veces ha tenido que escuchar de sus anfitriones -tanto por parte del Gobierno como de boca de los empresarios alemanes- ha sido la de su responsabilidad sobre el mantenimiento de una cierta unidad en la URSS, sintetizada últimamente en esta confederación que controlaría la política exterior, la moneda y el Ejército. El presidente ruso reconoció abiertamente ayer en su visita al Comité de Asuntos Exteriores del Bundestag (Parlamento) que existen muy escasas posibilidades de que Ucrania entre a formar parte de esta confederación.

Desconfianza

En el campo de la ayuda económica, no parece tampoco que el líder ruso vaya a volver a Moscú cargado de regalos. Tan sólo la vaga promesa del canciller Kohl en el sentido de que "confiaba" en que la Comunidad Europea acabará por conceder un crédito de 1.600 millones de dólares destinados a la compra de medicinas y alimentos para pasar el invierno. Otro signo de desconfianza lo proporcionaron los banqueros de Francfort al criticar la propuesta hecha por el Grupo de los Siete de aplazar los pagos de la deuda soviética, y permitir así a Moscú que solucione temporalmente los problemas de liquidez a corto plazo que le abruman. El mundo financiero alemán desea que se sigan pagando los intereses del capital, preocupado como está por su propia liquidez,Yeltsin se entrevistó ayer con el ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher; almorzó con el presidente alemán, Richard von Weizsacker; recibió a un grupo de empresarios de la antigua República Democrática Alemana, con cuyas empresas Moscú tenía un gran comercio antes de la unificación, y por la tarde partió en dirección a Stuttgart, donde pasará la jornada de hoy, visitando, entre otros lugares, la factoría Daimler-Benz.

La esposa del líder ruso se ha visto claramente superada por el protocolo y la prensa popular alemana se ha encargado de compararla desfavorablemente con Raísa Gorbachova.

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