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El precipitado funeral del comunismo

El ortodoxo Ligachov advierte en EE UU de los efectos de la pérdida de nivel de vida en la URSS

Pilar Bonet

Yegor Ligachov, el ex líder de los sectores comunistas ortodoxos de la URSS, ha dicho a los kremlinólogos norteamericanos que es todavía demasiado pronto para organizar "el funeral" del Estado socialista soviético. Fiel a sí mismo, pero no beligerante, Ligachov, que fue miembro del Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) desde 1985 a 1990, ha realizado una gira de 15 días por distintas universidades y centros de estudios estadounidenses para promocionar sus memorias, que aparecerán a principios del año próximo en inglés.

"Yo no me cambio de chaqueta", ha repetido Ligachov en las cenas y conferencias durante las cuales se ha sentido observado "como por rayos X". Politólogos y sovietólogos le han sometido a centenares de preguntas, muchas de las cuales tienen ya sólo validez histórica. ¿Cómo fue elegido Gorbachov en 1985? ¿Tenía Gorbachov la secreta intención de liquidar el sistema socialista? ¿Había desacuerdos en el Politburó? ¿Cuál es la verdadera historia del manifiesto conservador de la profesora Nina Andreieva?Ante expertos que en el pasado gastaron muchas horas tratando de dilucidar estos temas, Ligachov dio detalles de los procedimientos seguidos para ponerse de acuerdo por consenso en el Politburó y aseguró no haber tenido nada que ver con Andreieva. El veterano político fue menos abierto al hablar del presente y del futuro del movimiento comunista. En este terreno, sus comentarios tenían carácter casi semiclandestino. Su posición actualmente en el PCUS es, según dijo, "un secreto", por cuanto el partido ha sido prohibido. Ligachov admitió, sin embargo, que mantiene actividades en el movimiento comunista y llamó la atención sobre varias de las organizaciones que ahora surgen, como el Movimiento de Iniciativa de Leningrado, con líderes como el ex director de la revista teórica Comunist Richard Kosolapov y las Fuerzas de Izquierda de Orientación Socialista, donde se encuentra el historiador Roy Medvedev.

A la hora de juzgar al Comité de Emergencia Estatal, protagonista del frustrado golpe del pasado agosto, Ligachov fue precavido. Dijo que comprendía los móviles, pero que no compartía los métodos que habían utilizado los golpistas. A las preguntas sobre el peligro de otro golpe, Ligachov contestó que el empeoramiento de la situación incrementa el peligro de tensiones, especialmente en las grandes ciudades de Rusia.

Ligachov, que hizo honor a su fama de antialcohólico ignorando sistemáticamente las copas de vino en sus almuerzos washingtonianos, abogó por un sistema de economía mixta que combine el plan y la iniciativa privada y opinó que la URSS puede conservarse como Estado único, aunque ello será el resultado de un largo y difícil camino.

Desmembración soviética

En uno de sus almuerzos con selectos representantes del pensamiento político norteamericano, Ligachov pregunta Zbigniew Brzezinski, ex consejero de Seguridad Nacional, cuáles eran sus impresiones sobre el futuro de la URSS. Brzezinski, que ha estado recientemente en Ucranial, afirmó su "discrepancia" con Ligachov. Las repúblicas soviéticas, dijo, no aceptarán un centro, Ucrania será independiente y puede que, después de adquirir su independencia, acceda a algún tipo de cooperación con la antigua URSS. El ex consejero de Seguridad, considerado un acérrimo rusófobo, valoré como un "anacronismo" los esfuerzos de Gorbachov por lograr un Tratado de la Unión. Lo máximo a lo que se puede aspirar, consideró, es a una "liga" o a una "confederación".

Mientras Ligachov aprovechaba el poco tiempo libre que le dejaron los organizadores de su gira para pasearse por los supermercados con el diccionario en el bolsillo, la Administración norteamericana vive una intensa polémica interna sobre cómo proceder ante la desintegración de la URSS. En medios del Departamento de Estado se asume como una realidad la fragmentación soviética e incluso se hacen preparativos para el eventual desgajamiento de Extremo Oriente y parte de Siberia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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