Mahler, sensible, y Falla, apartado

Debía cantar esta semana la soprano María Orán con la Orquesta Nacional, además de la Cuarta sinfonía de Mahler, las Siete canciones de Falla, en la orquestación de Berio o en la de Halffter. El material musical de la segunda llegó a Madrid el mismo viernes al mediodía y el de la primera aún no se ha recibido. Son cosas de nuestro ambiente musical. Desde aquí, invito al archivo Manuel de Falla a gestionar la posesión de materiales en depósito, para que estas perturbaciones no se produzcan precisamente con nuestro primer músico del siglo XX. Si los herederos no pueden conseguir de las editoras (Eschig, de París, y Universal, de Viena) tal merced, nadie lo logrará.Sí llegó a punto el material del Concierto para trombón de Grondahl y la sinfonía de Mahler, que, por cierto, pertenece a la misma Universal.

Don Manuel fue despachado con el eterno recurso de la introducción y danza de La vida breve, eso sí, interpretada por la ONE y Víctor Pablo Pérez (Burgos, 1954) con finas calidades, tiempos justos y ausencia de tipismo español, que tanto repugnaba a Falla.

Romántico rezagado

En cuanto a Laudy Grondahl (Ordrup, Dinamarca, 1886-Copenhague, 1925), es un romántico rezagado que vivió entre 1886 y 1925, escribió bien y con buen dominio de los distintos instrumentos. Su Concierto para trombón es grato y brillante, sobre todo si está defendido por un solista tan excelente como el castellonense Rogelio Igualada, actualmente en las filas de la ONE sin perder un ápice de su condición natural de concertista. Para él sonaron muchos y entusiastas aplausos.Los mereció por su trabajo de colaboración y por su versión de la Cuarta de Mahler Víctor Pablo Pérez, un músico de pies a cabeza y de una sensibilidad que gusta internarse por los más íntimos recovecos, de una música cargada siempre de bellezas, pero no en todos los casos fácil de construir. Si en los movimientos instrumentales de la obra el lied aparece como intrahistoria, en el tiempo final se hace presente, aunque precisa de una voz, un dominio de los matices y del idioma como los que posee María Orán en alto grado. Mientras la escuchábamos, sentíamos más la ausencia de las Canciones de Falla que tan bien dice y entiende. Otra vez será, y a buen seguro que, sin tardanza, la profesora de la Escuela Superior de Freiburg nos dará su depurado Falla, si es que no hay fallo como ahora.