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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Absolutamente personal

Abbey Lincoln Quartet

Abbey Lincoln (voz), Rodney Kindrik (piano), Michael Bowie (contrabajo) y Grady Tate (batería). Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista. Aforo: 350 personas. Precio: 2.000 pesetas. Madrid, 25 de octubre.

Sobre el escenario del San Juan Evangelista colgaba un discreto cartel con la palabra jazz en la parte superior y el logotipo de la Fundación Caja de Madrid en la inferior. Una flamante pareja que se ha dejado ver públicamente por primera vez en el concierto inaugural de la l2a edición del Festival de Madrid, lo que debe ser sólo el principio de una larga y fructífera relación. De momento, ha permitido ver por primera vez en España a Abbey Lincoln, una cantante que está impulsando de nuevo su intermitente carrera manteniéndose como siempre al margen de categorías, estilos y modas.Si tuviéramos delante un imaginario retrato de grupo que reuniese a todas las cantantes de la historia del jazz, Abbey Lincoln estaría situada con seguridad a la izquierda y, desde luego, habría eludido aparecer en primer plano. Sería de las pocas, si no la única, que llevaría ropas holgadas y discretas en contraste con los vestidos ceñidos y espectaculares de sus compañeros; las más cercanas saldrían en la foto mirándola de reojo, preguntándose qué demonios hace esa mujer allí.

Con una especie de bombín que escondía un pequeño moño de inspiración africana, Abbey Linco1n apareció jovial a pesar de sus 61 años. Empezó con la composición propia I got thunder (and it rings) y siguió enlazando baladas con otros clásicos a delicado ritmo de vals, entre ellos un How high the moon cantado en francés.

Voz mate

Eligió el camino fácil y exigente a sabiendas de que su voz no es especialmente brillante sino más bien mate; austera hasta el punto de que a veces parece ahogada, como si se volcara hacia adentro en vez de hacia afuera, como si al mismo tiempo que se ofrece a la audiencia reservase lo más íntimo para ella misma.

El fraseo de Abbey Lincoln es imprevisible: quiebra las palabras donde se lo pide su mitad de actriz y las modula i cuando se lo exige su mitad de i cantante. El suyo es un estilo absolutamente personal, todavía muy por delante en el tiempo del de Cassandra Wilson, la renovadora del jazz vocal más ensalzada en los últimos años.Abbey Lincoln tiene otro talento aún más peculiar: escribe letras alejadas del tópico. Sus canciones de amor no son románticas, sino que tienen esa pizca de amargura característica de Billie Holiday; están en la gran tradición vocal del jazz que muda el sentido de las palabras según el estado de ánimo de quien las canta y esgrime la sorpresa como arma para calar hondo. Viene acompañada por un joven pianista, con buen gusto como solista; de un contrabajista de sonido poderoso y del maestro Grady Tate a la batería.

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