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París recuerda a Gericault, el primer gran pintor francés del XIX

Su trabajo estaba dominado por una obsesión casi enfermiza por la exactitud; su personalidad, por una feroz ansia de vivir combinada con una tendencia hacia todo lo fúnebre. En tan sólo 15 años de carrera, Gericault, el primer gran pintor francés del siglo XIX, realizó unos 300 dibujos, grabados y lienzos. Son los que se exponen hasta el próximo 6 de enero en el Grand Palais, de París. A la retrospectiva sólo le falta la obra maestra del pintor, el gigantesco Le radeau de la méduse.

Muerto a los 33 años de edad, como consecuencia de una caída de caballo, animal que le fascinaba y que había dibujado una y otra vez, Gericault dejó tras de sí obra suficiente para dar testimonio de su gran talento y de su dominio de todas las técnicas, todos los estilos, todos los temas. Y, sin embargo, sus biógrafos afirman que sus últimas palabras fueron: "Si hubiera hecho tan sólo cinco buenos cuadros... Pero no he hecho nada, absolutamente nada".

Acérrimo enemigo del estilo pompier, Gericault decía buscar la verdad. Su obra maestra, Le radeau de la méduse, es el testamento de esa búsqueda. El cuadro reconstruye un hecho histórico: el naufragio, en julio de 1816, de un barco francés frente a las costas africanas.

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