El gran secreto de la diplomacia española
Pasadas las doce de la noche del jueves, recién regresado de Teherán, el ministro español de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, recibió una llamada telefónica de su homólogo norteamericano, James Baker, desde Jerusalén: "Hemos decidido que Madrid sea la sede de la conferencia de paz sobre Oriente Próximo". El responsable de la diplomacia española sintió "una inmensa alegría". "Tiene un alcance histórico", comentó. Sin llegar a hacer una campaña activa, España dejó caer su candidatura cuando, después del verano, quedó claro que Washington y Moscú estaban decididos a llevar adelante el proceso de paz.
La propuesta fue discutida en los pasillos de la Asamblea General de la ONU a finales de septiembre, y a mediados de octubre, don Juan Carlos la evocó con George Bush cuando el presidente norteamericano le recibió en su residencia de Camp David. En el seno de la Administración española, las pretensiones de Madrid eran, sin embargo, el secreto mejor guardado. "Cuando Ordóñez se acostó el jueves, recién llegado de Teherán, sólo tres españoles conocían la buena nueva: el propio ministro de Exteriores, Felipe González y el Rey", asegura uno de los colaboradores de Fernández Ordóñez.
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Escala en Madrid
Baker prepara hoy con González la conferencia
Su sede será, casi con certeza, el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, uno de los cuatro recintos existentes en España que puede acoger a tal cantidad de personas.Ese conjunto arquitectónico ya acogió en en 1982 a la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa y en 1989 al Consejo Europeo con el que concluyó la presidencia española de la CE.
Las otras ciudades que compitieron para acoger la conferencia eran Nueva York y Ginebra (descartadas por ser sedes de Naciones Unidas), La Haya (vista con reticencias por los árabes por ser la capital de un país proisraelí), Atenas (descartada por Israel a causa de su inseguridad y de las simpatías proárabes de su Gobierno), Lausana (que carecía de las infrastructuras necesarias) y varias aglomeraciones urbanas italianas,
Los altos funcionarios que en Exteriores y Moncloa siguen de cerca el conflicto árabe-israelí son escépticos sobre los resultados que puede generar el proceso negociador. Algunos incluso se preguntan hasta que punto Estados Unidos está comprometido con el desarrollo de la conferencia y no sólo con su convocatoria.
"Sospecho", comentaba un alto cargo que pidió permanecer en el anonimato, "que desean que se inicie para demostrar al mundo árabe que no hay dos varas de medir diferentes para Sadam Husein e Isaac Shamir".
"De ahí a empeñarse a fondo para lograr desenmarañar Oriente Próximo hay un margen...".
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