Drogas, racismo, justicieros...
No es cuestión de frivolizar con cuestiones tan dramáticas, pero están los colgaos de enhoramala. Antes, aquí, en la capital, nuestros ediles les animaban a consumir, y ahora les castigan precisamente por lo mismo.El Gobierno madrileño ha sacado el hacha de guerra, ha afilado sus sucias garras atizando el penúltimo zarpazo en la. parte más débil de la trágica cadena. En el último y ya perdido eslabón, allí donde los votos se arañan, han golpeado los de la Casa de la Villa (¿por qué la llamarán así?). Y zurran, digo, porque el cargamento de votos es cada vez presa más fácil de la ignorancia colectiva que el alud consumista está fabricando.Lo que pasa es que al Ayuntamiento madrileño le importa un carajo la persona que sufre, y lo que no soporta es que el pudridero se vea.. ¡Que se pudran, pero en su casa! Claro que las brigadas neoconsumo de Villaverde y Vicálvaro se encargarán del resto.
Con estos vientos no cabe esperar sino nuevas tempestades. Ojalá que algún día, en Villaverde, Vicálvaro..., se den cuenta de a quiénes hacen el juego, porque si no, a lo mejor no habrá nadie que pueda bajar las escaleras de sus mal construidos edificios. Estarán todos tullidos o en la ruina por impagados. Y mientras, en el centro de la urbe se esnifará la coca, allí donde quizá se sigan escribiendo los bandos contra el pueblo.-
Maestro y pedagogo.
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