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La muerte de la hidra

La disolución del KGB acaba con 74 años de terror en la Unión Soviética

El Comité de Seguridad del Estado, el tristemente célebre KGB, pilar del sistema soviético desde hace 74 años, disuelto ayer por el Consejo de Estado, tenía su acta de defunción firmada desde el intento de golpe de Estado del pasado 19 de agosto, cuando su presidente, Vladimir Kriuchkov, se destacó como instigador y actor de la intentona. Con la extinción de este monstruo de poderes ilimitados se ha dado vuelta a una página trágica de la historia de la URSS, tras cinco años de perestroika que supusieron una progresiva pérdida de su peso como policía política.El primer servicio de seguridad soviético, la Cheka, fue creado el 20 de diciembre de 1917 por Félix Dzerdjinski por orden expresa de Lenin para la persecución de los especuladores y acaparadores de alimentos y materias primas. Bajo Stalin, el organismo fue rebautizado como Administración Política del Estado (GPU) en 1923, y en 1934 fue transformado en el Comisariado del Pueblo para Asuntos Interiores (NKVD), cuyo más célebre director ha sido Laurenti Beria. El NKVD reagrupó las funciones del Ministerio del Interior y de los servicios de seguridad y espionaje.

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El antecesor del actual KGB -creado en marzo de 1953- fue el responsable durante el periodo estalinista de la detención, deportación y ejecución de miles de personas. Las cifras de las víctimas del aparato represivo van, según las fuentes, desde cinco a 40 millones de personas, exterminados por los diferentes servicios de seguridad soviéticos entre 1917 y el fin de la era Breznev, en 1982.

Bajo la presidencia de Yuri Andrópov, el KGB de la era Breznev retomó la persecución de los disidentes, ingresados encentros psiquiátricos, expulsados de la URSS, como el escritor Alexandr Solzhenitsin, o bien confinados en Gorki, a 400 kilómetros de Moscú, como el padre de la bomba H soviética, el físico Andréi Sajárov.

Fue con la llegada al secretariado general de] partido comunista de Mijaíl Gorbachov, en marzo de 1985, cuando la política de perestroika y glasnost permitió el regreso a Moscú del académico Sajárov y el cierre de los campos de prisioneros políticos, los terribles gulags, descritos por Solzhenitsin en su famoso libro El archipiélago Gulag.

Ataques frecuentes

Poco a poco, el KGB, cuyo céntrico edificio moscovita es conocido como Lubianca, comenzó a ser centro de ataques cada vez más frecuentes. Un viejo general de este servicio, Oleg Kaluguin, acusó al KGB en una serie de entrevistas a partir de 1990 de ser "un Estado dentro del Estado". También acusó a sus dirigentes de seguir con las prácticas de la guerra fría y de ignorar las reformas democráticas.

La participación de su presidente, Vladimir Kriuchkov, en el Comité de Emergencia que se levantó contra Mijaíl Gorbachov en agosto supuso la orden de muerte para el KGB. Durante aquellos tres días de agosto, el KGB, como el Ejército Rojo, se dividió entre partidarios y enemigos del golpe. La unidad ultrasecreta Alfa se negó a ocupar el Parlamento de Rusia, que representaba la resistencia al golpe conservador. Al fracaso de la intentona siguió la detención de los golpistas enquistados en el aparato del KGB y a una explosión de euforia popular que acabó con el monumento erigido al fundador del KGB.

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