¡Oh, no, el teléfono!
Los portátiles o celulares cambian las actitudes sociales en EE UU
El fax cambió el funcionamiento de Occidente, pero el efecto social que están provocando los teléfonos portátiles, modulares o celulares, como se les quiera denominar, está cambiando el comportamiento social de los norteamericanos.
Hoy en Estados Unidos funcionan 5,3 millones de teléfonos portátiles y para el año 2000 se espera que esa cifra alcance los 33 millones. Los campos de golf, las iglesias, los resturantes, los cines, el teatro, han dejado de ser lugares tranquilos. El sonido de los teléfonos portátiles no sólo ha cambiado el comportamiento social de sus usuarios, ha cambiado también su entorno.Los partidos de tenis también han dejado de ser lo que eran. La mayor parte de las pistas están repletas de toallas y modulares que se disparan sin cesar. Muchos de sus propietarios utilizan la excusa de que no han desconectado el aparato, pero lo cierto es que no se separan de él.
Los teléfonos portátiles representan en estos momentos al sector tecnológico con más futuro y el que está obteniendo mayores beneficios económicos, según la Asociación de la Industria de Telecomunicaciones Celulares, con sede en Washington.
La etiqueta de los celulares requiere que el botón de on -encendido- se sitúe en off -apagado- cuando el portador entra en un lugar público donde reina el silencio. Pero cada vez son más las anécdotas que se leen en los periódicos sobre ejecutivos que fallan el putter de su vida en el campo de golf o las bodas que se interrumpen con el sonido del ring, ring.
Algunos cines prohíben la entrada de los aparatos en sus salas, mientras que los propietarios de restaurantes se hallan divididos. Los celulares permite que los ejecutivos se vayan a almorzar sin el temor de perderse la llamada del día. Los restauradores creen que el mundo empresarial es la base de sus negocios y son muy pocos los que impiden la entrada de los aparatitos.
En el guardarropa
Sin embargo, en Le Cirque, en Manhattan, se ha encontrado una buena solución. Los propietarios de los teléfonos dejan sus teléfonos móviles en el guardarropa junto al número de su mesa. Cuando suenan, el maitre les avisa. Hoy en Le Cirque, los maitres están más pendientes de los teléfonos que de los menús.Los teléfonos portátiles, sin embargo, demuestran su utilidad día a día. Los colapsos de tráfico no rompen negocios o citas amorosas, las averías o los accidentes de carretera han dejado de ser una pesadilla y algunas vidas se han podido salvar gracias a ellos.
El empuje de esta industria ha colapsado el mercado de los teléfonos portátiles -el aparato medio cuesta 500 dólares-, pero nada es comparable con lo que vaya a ocurrir cuando aparezca el teléfono de bolsillo, que pretende comercializar la empresa Millicom. Se trata de un teléfono sin cable que funciona con frecuencias de microoridas, lo que impide las llamadas de larga distancia, pero permite la sincronización de 800 canales en un mismo edificio sin que haya interferencias. Este nuevo aparato revolucionará el mercado y representará una alternativa mucho más cómoda que el actual celular, ya que permitirá la instalación de cientos de canales de frecuencia en una misma zona sin necesidad de instalaciones de fibra óptica.
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