La rebelión de los 'grises'
La oposición de un sector del episcopado hacia la cúpula dirigente se ha puesto de manifiesto en diversas obasiones. Es lo que un obispo ha denominado la rebelión de los grises". Como recuerda el prelado, con motivo de una visita a Roma, el entonces prefecto de la Congregación de los Obispos, Sebastiano Baggio, dijo a un grupo de obispos españoles: "La Santa Sede quiere obispos que no sean ni sabios ni santos, sino hombres dócfles".Pero ni la política de nombramientos -en los que él colectivo de obispos integrado por el cardenal Suquía; el de Valencia, Miguel Roca; el de Santiago de Compostela, Antonio María Rouco; el arzobispo castrense, Manuel Estepa, y el propio nuncio, Mario Tagliaferri, juegan un papel decisivo- ha podido evitar algunas manifestaciones de descontento episcopal.
A principios de este año, la asamblea plenaria eligió a los representantes españoles para el Sínodo de Obispos que se celebrará en noviembre en Roma. Los electos fueron Fernando Sebastián, Ramón Torrella y Elías Yanes. Frente a ellos, los candidatos más próximos a Suquía, Antonio María Rouco y Miguel Roca, no obtuvieron el respaldo necesario.
En noviembre del año pasado, asimismo, Fernando Sebastián fue elegido por sus compañeros de episcopado para ocupar el cargo de gran canciller de la Universidad de Salamanca, frente a Antonio María Rouco, candidato de Suquía.
También fuentes episcopales han puesto de relieve que en febrero del año pasado, en la misma asamblea plenaria en la que Suquía fue reelegido, otro obispo -el emérito de Tenerife Damián Iguacén, nacido el mismo año que Suquía- advirtió que no podía aceptar el cargo de presidente de la Comisión Episcopal de Patrimonio Artístico por jubilarse dentro del periodo de ejercicio. Iguacén fue elegido por aclamación. Suquía se sometió al veredicto de las urnas y obtuvo 45 votos de los 72 obispos presentes en la asamblea.
En esa misma asamblea, explica una fuente episcopal, se produjo un hecho insólito en la conferencia: algunos prelados no querían ser reelegidos para presidir comisiones de una conferencia que una minoría ve con escaso afán profético y bastante vacía de contenido.
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