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Un complejo proceso para la destrucción de arsenales

Antonio Caño

Una carta dirigida por el secretario de Defensa norteamericano, Dick Cheney, al jefe del Estado Mayor, a los subsecretarios de Defensa y a los secretarios de Defensa adjuntos para el Comando, el Control de Comunicaciones y el Espionaje, impartió el sábado pasado las órdenes para la mayor destrucción de armas atómicas jamás realizada por este país.

Cada sección del Departamento de Defensa de Estados Unidos tendrá una responsabilidad determinada en un proceso complejo que exige el traslado de miles de cabezas nucleares desde Europa a territorio norteamericano, su destrucción y, en algunos casos, su almacenamiento.

La primera fase de destrucción de armas afecta a 1.300 cabezas nucleares y sus correspondientes proyectiles instalados en Europa, así como 850 lanzamisiles de un radio de acción de 70 millas (algo más de 110 kilómetros).

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De 1.700 a 2.150 armas nucleares desplegadas en el continente europeo serán enviadas a Estados Unidos para su desmantelamiento.

Alrededor de 500 bombas a bordo de barcos y submarinos viajan desde el sábado hacia bases norteamericanas para ser también destruidas.

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Fin de la alerta

El personal de mantenimiento que trabaja en las 12 bases aéreas norteamericanas donde está estacionada la flota de bombarderos nucleares B-52 y 13413 ha recibido instrucciones de desactivar los sistemas de alerta, descargar el armamento nuclear y devolverlos al funcionamiento conforme a un nuevo programa para tiempos de paz.

El secretario de Defensa norteamericano, Cheney, ha ordenado también que los 450 misiles nucleares Minuteman 2 que serán destruidos de acuerdo al tratado de limitación de armas estratégicas START serán retirados del estado de alerta, aunque la destrucción de los mismos no se realizará hasta que el tratado, firmado con la URSS, sea ratificado por el Congreso norteamericano.

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