El fin del comunismo
El hundimiento de los países comunistas está trayendo al mundo un poco de esquizofrenia histórica. Por un lado, la espesa estructura de las comunicaciones, que nos hace a todos vecinos, y la creciente e inevitable integración de la economía mundial conducen también a una mayor integración política y cultural de la humanidad. Pero de repente surge una inesperada fiebre de nacionalismos que descubren como insoportable la convivencia con otras etnias con las que hasta ahora venían cooperando.Hay en el mundo ciento y pico Estados independientes (de independientes, nada), y sus correspondientes ciento y pico ejércitos. De triunfar la fiebre actual, podríamos tener en pocos años unos quinientos Estados con sus respectivos quinientos ejércitos. ¿Es que de pronto ha empezado la historia a marchar al revés?
Aparte de la ambición personal de los dirigentes nacionalistas, o del desfogue de poblaciones desenterrando resentimientos o deslumbradas por espejismos independentistas, ¿cuánto tardarán esas poblaciones en volver a la sensatez? Muy poco. Ha bastado cambiar el nombre de la URSS por el de Unión de Repúblicas Independientes para que cayeran en la cuenta de lo dependientes que son unas de otras y se evite la catástrofe.
Señores Anasagasti, Garaikoetxea, Pujol, etcétera; señores obispos catalanes: no se vuelvan Iocos. Nadie desea restar libertad a sus ciudadanos. Con la llamada independencia no iban a tener más, pues saben ustedes que esa palabra va perdiendo contenido día a día, y que, antes que panacea de soluciones, puede ser fuente de problemas. Si la cuestión se plantea como el deseo de aumentar las competencias autonómicas, ¿no será en el fondo una manifestación de sentimientos de insolidaridad? Pues bien, también en eso van equivocados, porque el socialismo no ha muerto ni puede morir, y el socialismo es ante todo solidaridad. También por ahí van contra, el sentido de la historía.- Miguel Lerma del Fresno.
