No plebiscitario al 'Toreador'
Las cuadrillas hicieron el paseíllo a los acordes del Toreador, de la ópera Carmen, que la banda rompió a tocar con entusiasmo digno de mejor causa, y la afición se puso levantisca. Nunca la banda de Las Ventas había escuchado bronca semejante. Aficionados que no pasan por movimiento mal hecho y no se callan por nada, pero también otros de natural pacífico y silencioso, presos de gran indignación, braceaban frenéticos y manifestaban plebiscitariamente su oposición a la pieza, gritando: "¡Fuera!", "¡Que nooo!", "¡Que meteros el Toreador por el forro de donde sus quepa, músicooos!".Qué disgusto hubo en el coso venteño, y eso sin salir el toro. Quizá fue un error de cálculo por parte del maestro Gallego Castuera, que dirige muy bien la banda, por cierto. No es que la haya convertido en la Sinfónica de Londres, claro, pero desde su reciente toma de posesión va enriqueciendo y afinando las escogidas piezas de su variado repertorio. Le falta, sin embargo, encontrar sus señas de identidad, que acaso buscaba con el Toreador, y posiblemente le bastaría con seguir el ejemplo de las bandas de otras plazas, que tienen su personalidad y su pasodoble característico para el paseíllo. La inimitable banda del maestro Tejera, de Sevilla -por ejemplo-, toca siempre Plaza Mestranza, pasodoble emblemático de aquel coso, y en Valencia -sin ir más lejos- es Pan y toros. En Bilbao aún llegan a más, y el maestro Urbano Laorden ha convertido en clásico un zortziko que su banda interpreta briosamente minutos antes del despeje. Todo ello con la complacencia de las respectivas aficiones. En fin, que el ensayo resultó fallido, si bien le valió al maestro Gallego para apercibirse de que entre el Toreador y Gallito -pongamos un caso- hay una diferencia excesiva y los aficionados madrileños no están dispuestos a pasarla por alto.
Pasquau / Muñoz, Díaz, Sánchez
Cuatro novillos de Juan Pablo Jiménez Pasquau (dos fueron rechazados en el reconocimiento), 1º y 2º chicos, 5º y 6º con trapío, flojos, mansos, nobles en general. 3º de Luis Jorge Ortigao Costa, discreto de presencia, inválido, noble. 4º de Eugenio Frías, con trapío de toro, devuelto por inválido. Sobrero, del mismo hierro, bien presentado, inválido, noble.José Antonio Muñoz: dos pinchazos, estocada, rueda de peones y seis descabellos (silencio); dos pinchazos, estocada trasera y dos descabellos (silencio). Joaquín Díaz: bajonazo (oreja protestadísima); dos pinchazos, estocada corta y rueda de peones (palmas y también protestas cuando saluda). Manolo Sánchez: estocada corta y descabello (ovación y salida al tercio); estocada y descabello (aplausos y saludos). Plaza de Las Ventas, 15 de septiembre. Más de media entrada.
Los aficionados madrileños no están dispuestos a muchas otras cosas. Por ejemplo, a que se regalen orejas en Las Ventas. A Joaquín Díaz el presidente le regaló una, no se sabe muy bien el motivo. Díaz había toreado con gusto y empaque a un novillito mono, pero eso no era como para regalarle una oreja, menos aún el bajonazo con que lo mató. Al tardón quinto le sacó pases mediante valientes porfias, e indudablemente tuvo mérito"
Torero de corte clásico en la interpretación de las suertes fue José Antonio Muñoz, que cuajó a la ratita primera bonitos lances, naturales hondos, pintureras trincherillas, ayudados, cambios de mano; y al sobrero le hizo una faena pesada y sin sentido, pues ese novillo se desplomaba con sólo mirarle y no tenía nada que torear.
Manolo Sánchez, que en anterior comparecencia madrileña salió por la puerta grande, desilusionó a la afición. Al boyantito e inválido tercero lo toreó perdiendo un paso -según aconsejan los malos taurinos-, al perderlo dejaba la pierna contraria escondida atrás, no ligaba los muletazos y tampoco es que los templara demasiado. Luego, en el sexto, se hizo un barullo a pesar de que también era noble. O sea, que la afición acabó fina. Con este desperdicio de novillos nobles, con la invalidez de algunos, con la oreja regalada y con el Toreador, le dieron la tarde.
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