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César Rincón, a hombros por la Puerta del Toro

Otra plaza más al talego. Los que tuvieran dudas, ya están convencidos de que aquel empeño de Colón por ir a no sé dónde, a descubrir no sabía qué, respondía a un pálpito. El rinconismo, siquiera sea fugaz, prolifera porque el torero, a las primeras de cambio, es capaz de meterse al personal en el bolsillo, haciendo cosas que todo el mundo ha oído que hay que hacer, pero que hemos olvidado por falta de práctica en la mayor parte de quienes tendrían que hacerlas; esto es, traerse los toros toreados, ponerse en el sitio de torear, quedarse más quieto que un poste, rematar a la cadera y procurar quedar colocado de un muletazo a otro. Dicho así parece un jeroglífico, pero viendo a Rincón, hasta fácil resulta, si bien, pensándolo despacio, la verdad es que tiene sus pelendengues.Su primero se emplazó, y el matador fue a por él, soportó que el animal se le cruzase en la embestida, se lió a darle verónicas corajudas, cayó en la cara del toro, él mismo con una larga se hizo el quite y el lío pueden suponérselo. La plaza era un manicomio, dicho sea en expresión pasada de moda por el desuso. Bravucón en la muleta, tomó la que le ofrecía Rincón acostándose por el izquierdo, escarbando y cayendo. El torero iba a por todo, y se fue tras la espada como un demonio. En el quinto, que se arrodilló también en el último tercio, no pudo ligar por la falta de fijeza del toro, y con cierto peligro por no estar a lo que debía.

Rodríguez / Armillita, Rincón, Camino

Toros de Dionisio Rodríguez (6º, sobrero, en sustitución de otro del hierro titular, devuelto por cojo), de aceptable presentación, mansotes en varas y manejables. Armillita: estocada trasera baja y rueda de peones (pitos); estocada corta (vuelta). César Rincón: estocada y rueda de peones (dos orejas); tres pinchazos, media atravesada aguantando - aviso- y descabello (leve división); salió a hombros por la Puerta del Toro. Rafael Camino: dos pinchazos, estocada corta trasera y rueda de peones (oreja); estocada baja (aplausos). Plaza de La Glorieta, 14 de septiembre. Tercera corrida de feria. Lleno.

Armillita logró un natural limpio en su primero, que tuvo un conato de rajadura en la muleta que acabó confirmándose. Comenzó repitiendo el toro, pero se aplomó pronto, cosa que debió agradecer el torero, porque las repeticiones le atosigaron. En el cuarto, muy arqueado, fuera-cacho, sin cruzarse, aprovechó la nobleza del toro en series discretas. Hizo lo que supo o pudo, de forma que nada; recuerdos a los de allá.

Rafael Camino anduvo picado, pundonoroso y con ganas de salir a hombros también por la Puerta del Toro. A punto estuvo. En su primero, si no es por la espada, corta las orejas, porque comenzó torerísimamente la faena rematando el preludio con el pase de la firma y en el muleteo hubo momentos de mucha brillantez, aunque siga abusando de arquearse con exageración. El toro era la dulzura animalizada y el torero estuvo a gusto. El sexto lo devolvieron por una supuesta cojera. Lo cierto es que era un pavito, que acosó, entableró y desarmó a Camino en el saludo. El sobrero, cornaloncillo y flaco, resultó incómodo y deslucido y el torero estuvo diezmo con él.

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