Guerra lingüística
Le escribo esta carta con motivo de un editorial aparecido en su periódico el día 7 de agosto de 1991 titulado Un petardo valenciano para expresarle la rabia sentida al leerlo.No voy a entrar en la polémica del idioma, pero sí voy a entrar en la defensa de una tierra y un pueblo que se merece algo más que una sarta de falacias y necedades publicadas en un diario que se suponía de información general y no de desinformación.
No nací en esta tierra y me considero español por encima de todo, pero una cosa me enseñaron Valencia y los valencianos: defender un patrimonio tanto político como cultural para poder conseguir el día de mañana una comunidad competitíva dentro de un Estado competitivo.
Ustedes escriben: "Se ha reabierto una polérnica" -aquí no hay polémica, hay dos idiomas, el valenciano y el español-, "búsqueda de una identidad folclórica" -no buscamos nada, ya la tenemos-, "ningún lingüista que merezca este título" -no sabía que ustedes, según su concepto de merecimiento, repartieran el título de lingüista-.
Y no continúo porque a partir de ahí el artículo es sólo una crítica burda e inoportuna hacia una persona que no deja de ser un político votado por gran número de valencianos, que se merecen el respeto de los demás españoles, el cual estoy seguro tienen. Lo que ocurre es que no tienen respeto por nada ni nadie, ni por los pueblos, ni por las culturas, ni por los políticos, sólo saben escribir sensacionalismos para aumentar la tirada.
Quiero terminar preguntándole qué sería o dónde habrían acabado ustedes si en ese artículo donde pone Valencia pusiera Cataluña o se hubiera referido así a un político, aunque sea el menos votado, de Cataluña. Quizá en el fondo del mar.
Ese periódico ya no es aquel defensor de la libertad y la democracia del que yo oía hablar cuando en este país se empezó una nueva etapa-.
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