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'Afeitar' lleva su tiempo

Los toros que se lidiaron, a los que hubo que ir a buscar a toda prisa tras el rechazo de los anunciados de Marcos Núñez, acabaron de enchiquerarse pasadas las cuatro de la tarde, razón por la que se comentaba jocosamente en los tendidos que al primero no dio tiempo a afeitarlo. Acostumbrados al desmoche casi absoluto en los festejos anteriores, era noticia que el que abrió plaza saliera, o semejara ser, astifino.Pero antes de que los asistentes se devanasen los sesos buscando las causas a este milagro llegó la normalidad. A partir de ese primer animal, y conforme avanzaba la corrida, fueron saltando a la cenizosa arena sus hermanos cada vez con la cuerna más pequeña y burdamente manipulada; a excepción del 4% sin tocar o con un trabajo barberil muy bien hecho, casi de premio. Y es que afeitar, aunque sea a lo bestia, lleva su tiempo, no es cuestión de minutos. Eso se demostró, ya a tope, cuando apareció el sexto, con dos miniplatanitos sesgados por su mitad.

Moro / Manzanares, Ortega, Ojeda

Toros de Moro hermanos, bien presentados, mansurrones, y, flojos; 2º y 3º sospechosos de pitones. lº, 5º y, 6º, de La Cardenilla, con trapío, mansos; 5º y 6º escandalosamente despuntados.Manzanares: dos pinchazos, media atravesada y, descabello (pitos): dos pinchazos y. estocada tendida desprendida (silencio). Ortega Cano: pinchazo saliendo perseguido, estocada perpendicular y, tres descabellos (ovación); media tendida trasera atravesada, media y descabello (oreja). Paco Ojeda: dos pinchazos y estocada corta desprendida (silencio), estocada desprendida (silencio). Plaza de San Sebastián de los Reyes, 30 de agosto, quinta corrida de feria. Lleno de no hay billetes.

Una vez repuestos del susto, a parte de los espectadores se les ocurrió especular sobre cómo serían los toros rechazados por veterinarios y usía de tan amplias tragaderas como los de este coso tienen acreditadísimo. Siguiendo en tono humorístico, un paisano explicaba a grito pelado en el graderío: "Pero si creo que los veterinarios no los han visto... de lo pequeños que eran"

Manzanares debería quejarse por la discriminación que sufrió: sus compañeros, con los afeitados y él, con toros con toda la barba. Es injusto, máxime cuando comparte apoderado con uno de ellos.

Por eso el hombre tomó sus precauciones; excesivas, desde luego, largó a ambos toros el conocido unipase a prudente distancia y los mechó malamente.

Ortega Cano, que reside en el pueblo y para quien los escandalosos peñistas guardaron y reclamaron silencio al inicio de sus faenas, cascabeleó su toreo de clase y tronío en dos labores similares frente a sus dos enemigos: de menos a más, con hondura y embeleso. Con la espada estuvo torpón, aunque hay que reconocerle que pinchase siempre arriba.

Ojeda se trajo el casete de su toreo de parón para aplicarlo a sus toros, independientemente de sus cataduras. Mas el picante de los bichos se lo impidió, pese al empeño del coletudo.

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