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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El último muro

GEORGE BUSH se ha propuesto acabar con la última línea verde, tras casi caer la de Beirut, y el último muro, una vez que el de Berlín parece prehistoria. Ambos están en el Mediterráneo, en una isla por la que pasaron tantos conquistadores que resulta difícil saber si es europea, oriental o, simplemente, levantina. Se trata de Chipre, cuya peripecia como país independiente sólo puede compararse, por lo agitada, con la que tuvo durante los largos siglos en los que fue presa de guerreros diversos.El presidente norteamericano, reforzado por la victoria militar en el golfo Pérsico y sus éxitos en los terrenos político y diplomático, pretende ahora hacer la paz allí donde la ONU sólo ha llegado a conseguir una tregua, trazar una barrera que impida que grecochiporiotas y, turcochipriotas se maten como tantas veces en el pasado.

Los cascos azules de la ONU estaban en Chipre antes de que el Ejército turco repondiera en 1974, con la invasión y la ocupación, a una intentona golpista de carácter fascista, teledirigida por la Junta de los Coroneles que gobernaba entonces en Atenas. Pero desde esa fecha se han constituido en una fuerza de separación que coritrola una zona tampón, que es mucho más que una línea, ya que en algunas zonas llega a tener hasta siete kilómetros de anchura. Al norte, 30.000 soldados turcos ocupan el 37% de la isla de,Afrodita, pese a que la comunidad que protegen sólo supone el 18% de la población total.

En estos 17 años, el diálogo entre las dos comunidades y entre sus padrinos -Atenas y Ankara- ha sido reflejo de la intransigencia. Los negociadores de la ONU han gastado mucho dinero en billetes de avión, han preparado muchos borradores de acuerdo, han dicho demasiadas veces que había esperanzas de arreglo y, al final, se han quedado con las manos vacías. La proclamación de la República Turca de Chipre del Norte, reconocida sólo por Ankara, no hizo más; que agrandar el foso, sin dar a la situación carácter de hecho consumado.

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Las posiciones están muy claras: Atenas y Nicosia Sur (hasta la capital está partida) aceptarían una federación, con el poder máximo en el Gobierno central. Ankara y Nicosia Norte apuestan por una confederación, bajo la fórmula dos comunidades dos zonas dos Estados, y con los derechos de la minoría turcochipriota garantizados hasta el extremo del veto en las cuestiones clave. Hallar el término medio, el punto de contacto, es una misión imposible que algunos fluminados consideran viable. Entre ellos Bush, que tal vez tenga en la manga alguna car ta secreta. Su propuesta de conferencia internacio nal ha sido bien acogida por todos, y no sería nada raro que se concretara, aunque a estas alturas ni si quiera esté claro quien participará en ella. Sería necesario que hubiera concesiones previas. Algunos peniódicos grecochipriotas publicaron que el norte podría ceder hasta un 12% de territorio (ahora controlan el 37% de la isla), pero Turquía lo niega y Grecia la condena, por ello. Pero de aquí a la fecha de la conferencia, probablemente en septiembre, hay mucho tiempo para que trabaje la diplomacia, la pública y la secreta. Algunos elementos juegan a favor, como el patrocinio de Bush y la presencia de pragmáticos en casi todos los puestos clave: Constantino Mitsotakis. en Grecia, Georgios Vasiliu en la República de Chipre y el tándem Turgut Ozal-Mesut Yilmaz en Turquía, capaz de apear de su astuta intransigencia al turcochipriota Rauf Denktash.

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