Grandes profesores y alumnos
El Santander musical abunda estos días en acontecimientos de diverso signo. En la Universidad Menéridez Pelayo, el rector Ernest Lluch, clausuró el breve ciclo de lecciones magistrales explicado por Victoria de los Ángeles con la sencillez que otorga la auténtica sabiduría. Así, Victoría ha triunfado aquí en el recital del Festival Internacional y en las aulas de La Magdalena.Casi cruzándose en el tiempo, Paloma O'Shea dio la señal de salida al curso de verano de su Escuela Superior de Música. El profesor Zakhar Bron, gran figura de la escuela violonística soviética, concertista tantas veces galardonado, se entrega estos días con verdadera pasión, a un magisterio que siente como vocación y hasta como misión.
Nos ha presentado Bron dos discípulos españoles, uno suizo, otro japonés y tres soviéticos, de 15 años de edad los más jóvenes y de 29 el mayor.
Destinado al estrellato
Tras una exhibición virtuosística en la sala Pereda, en la que salvo páginas de Mozart y Bach todo fueron grandes fuegos artificiales, espléndidos en ocasiones, quedó en la memoria de todos un nombre: el del soviético Denis Goldfeid, un muchacho de 17 años, claramente destinado al estrellato. Su técnica virtuosística, su belleza sonora y, sobre todo, sus conceptos musicales son ya de maestro y convirtieron el endiablado ejercicio de Wienawski sobre temas del Fausto de Gounod en 10 minutos del mejor arte. Por sí solo, Goldfeld prestigia a un maestro y a un curso y es una nueva evidencia de que Paloma O'Shea acertó plenamente al buscar y conseguir la colaboración de profesores como Bron.Los cantores e instrumentistas holandeses de la Ópera Fórum nos dijeron adiós, un tanto desvaídamente en la sala Argenta del Palacio de Festivales, repleta de público, interpretando el Réquiem en una versión sin potencia dramática ni emocional conducida muy animosamente por el italiano Gabriel Bellini. Antes, en el mismo nivel medio de calidad, escuchamos la breve e intensa Música fúnebre masónica, el admirable Ave verum, el salmo Laude Dóminum y el motete Exultate jubilate. Los solistas fueron Eva Jenisova, soprano, Caren van Oíjen, mezzo, Manfred Fink, tenor, y Huub Claesens, bajo, cada uno con sus características y méritos pero todos inmersos en un clima de mediocridad que, sólo en parte, paliaron el coro y la orquesta. Hubo éxito, pero como en la conocida anécdota, no llegó a ser indescriptible, ni mucho menos. En cualquier caso, el resumen de las jornadas mozartianas es altamente positivo y será dificil olvidar representaciones como las de Cossi fan tutte y La flauta mágica.
Babelia
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