"Nos falta una ambición nacional"
Está Ordóñez, recién llegado de una reunión con sus colegas de los Doce en La Haya, obsesionado por la crisis yugoslava, "que va para largo". Se confiesa preocupado porque los españoles quizá no nos demos cuenta del desafío que supone competir en la primera división europea. "Es el momento de elegir entre una dulce decadencia, no catastrófica, o estar en el mundo". "Y esto no es sólo un problema de Carlos Solchaga. Es necesario un gran programa nacional de saneamiento y relanzamiento económico del país". En definitiva, "nos falta crear una ambición nacional".Pregunta. ¿En la crisis de Yugoslavia Europa ha tirado la toalla, demostrando una vez más, como hace un año en la crisis del Golfo, la inexistencia de una Europa política?
Respuesta. Todavía no existe, efectivamente, una política exterior comunitaria, y, en segundo lugar, los intereses que están dentro de la Comunidad son distintos. Hasta ahora, claramente, la responsabilidad de esta crisis, o de la posible solución, se está dejando en manos de los yugoslavos y de la Comunidad Europea, a diferencia de lo que sucedió en la crisis del Golfo, en la que perdimos totalmente el control de los acontecimientos.
P. ¿Hay una cierta declaración de incapacidad de la CE?
R. No. Bueno, hasta ahora hemos evitado la guerra... Europa ha jugado, toda ella, a una Yugoslavia unida, a la unidad e integridad de Yugoslavia. Sigue siendo el, ideal de todos, yo creo que no hay nadie en Europa que no sea partidario de eso. Lo que pasa es que los que están decidiendo son los yugoslavos.
P. ¿Por qué es tan importante la intangibilidad de las fronteras cuando, como en Yugoslavia, tiene un asentamiento histórico tan débil? ¿No se trata, en cierta manera, de un reflejo de la guerra fría? ¿Sólo a Alemania se le permite en el nuevo orden internacional tocar la frontera?
R. Los problemas de fronteras en Europa han costado millones de muertos y varias guerras. La obsesión era fijar las fronteras de Europa de una vez. Helsinki, en el fondo, era un pacto de fronteras. Ahora hemos reproducido la misma doctrina. Es decir, no cambien ustedes las fronteras interiores y exteriores por la fuerza; no decimos por pacto, decimos por la fuerza.
P. ¿Y cabe pensar en un reconocimiento diplomático de Eslovenia y Croacia? España, ¿dónde está?
R. Técnica y jurídicamente, en estos momentos es imposible. Sería posible quizá en Eslovenia, pero no es posible en Croacia, porque no hay ni un territorio acotado ni hay un control sobre el territorio...
P. ¿Hasta qué punto ha influido en la actitud española sobre Yugoslavia el debate de las nacionalidades, el País Vasco y Cataluña? ¿Se ha discutido a nivel de Gabinete?
R. Nunca. No se ha tratado. Con el presidente se han tratado todas las posiciones. No hemos tomado ninguna decisión que esté en función de ningún caso español. Porque, sinceramente, no se me ocurre, por más vueltas que se le quiera dar, ningún paralelismo.
P. ¿Hay una posibilidad, aunque sea remota, de que Yugoslavia provoque una guerra europea?
R. Yo no lo creo. Completamente imposible. Y lo que me preocupa detrás de todo este problema de Yugoslavia es que pudiera ser negativo para la unión política europea, porque está consumiendo unas energías que se podían dedicar a la unión política.
P. Un paso largo y saltamos a Cuba. Visto con la perspectiva de un año, ¿no sobre actuamos un poco en la crisis de la embajada y provocamos una crisis mayor?
R. No. No ha habido ninguna declaración por mí parte, sinceramente, que yo considere que deba rectificar.
P. ¿Pero tenemos una política hacia Cuba? ¿Tienen el Rey, Felipe González, España, el Gobierno, capacidad alguna de persuasión sobre Fidel?
R. Yo creo que los últimos ejercicios de persuasión los hemos visto en México por parte del presidente del Gobierno, pública y privadamente. Y las cosas que ha dicho Fidel están ahí dichas.
P. ¿Tenemos alguna posibilidad de matizar al comandante de alguna forma?
R. Hemos iniciado contactos con partidos de la oposición moderada y, como es natural, todos los medios de persuasión que se puedan utilizar los estamos utilizando.
P. ¿Vio algún cambio de matiz en Fidel Castro en la cumbre iberoamericana de Guadalajara?
R. Yo no vi ninguno. Guadalajara yo creo que le ha servido aFidel para tomar una conciencia más clara de la realidad internacional. Creo que hay que esperar al congreso del partido comunista que va a tener lugar en octubre.
P. Usted, que viaja continuamente y ve lo competitiva que es Europa, ¿cómo nos ve el 1 de enero de 1993, después de los fastos de 1992? ¿Dónde estaremos?
R. Creo que todo depende de nosotros. Es decir, si el país tiene conciencia de sí mismo,y de la gravedad del desafío: competir con los alemanes y con los franceses. Jugar en la primera división.
Si queremos realmente ser alguien en Europa en el futuro, ser alguien en el mundo, no tenemos más remedio que hacer un esfuerzo gigantesco. Si lo que queremos es una dulce decadencia, mirándonos en nuestros propios mínimos problemas de región a región, de localismo a localismo, de campanario a campanario, entonces estamos perdidos.
El problema va más allá del pacto de competitividad, el problerna es sencillamente si la gente se cree esto o no se lo cree; si la gente se cree que esto es algo más que un problema de Carlos Solchaga; esto no es un problema de Carlos Solchaga: eso sería un error monstruoso; no es un problema de confrontación de Carlos Solchaga co n no sé qué ministros.
Yo declaro mi absoluta adhesión a ese programa; incluso la expresión pacto de competitividad es pobre para dar idea de lo que tenernos quie hacer. Se trata de un gran programa nacional de saneamiento y de relanzarniento económico del país. No se producirá ninguna catástrofe si ese paso no se da; lo, que se produce sencillamente, pues lo que ha pasado tantas veces en nuestra historia, que iremos a nuestro paso. Pero nuestro paso no será el mismo paso con el que marchan los grandes países de Europa.
P. Nos quedia sólo un año. ¿Usted ve que las fuerzas sociales, políticas, están en eso?
R. No lo sé. Nos falta quizá la posibilidad de perforar, o penetrar una opinión que es espesa. Nos falta crear una ambicion nacional. En un país que se ha acostumbrado a no tener más que ambiciones individuales.
P. ¿Qué ha cambiado en los consejos de ministros? ¿Cómo se nota la ausencia de Guerra y la presencia de un hombre como Serra, con otro talante y con otra forma de hacer las cosas?
R. Yo siempre he hablado con mucha libertad. Ahora, no sé con qué libertad se expresaban otros antes. Tengo una gran confianza en el sentido común de Narcís Serra; yo valoro mucho el sentido común, porque es una de las más raras formas de la inteligencia.
P. El ajuste presupuestarlo, la bronca del Consejo de un martes y el viernes posterior, donde dicen que a Solchaga se le plantó más de un ministro. ¿Fue tal como se cuenta?
R. Eso no lo vi, yo esa escena no la vi...
P. ¿Está actuando Serra como mediador?
R. Yo supongo que sí. Yo creo que es un elemento regulador, podríamos decir, muy importante a mi juicio. Y el presidente necesita esa pieza,
P. Si tuviera que hacer una apuesta de futuro: ¿Serra o SoIchaga?
R. No, no me haga esas preguntas.
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