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Crítica:FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una gran versión de 'La flauta mágica'

Continúa la ópera Fórum y Filarmónica de Holanda su campaña mozartiana por tierras de Cantabria. En San Vicente de la Barquera se abarrotó la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles para escuchar sonatas y cuartetos, recibidos por un público tan desnudo de prejuicios como expresivo en su interés y en su aplauso.Merecen recordarse las versiones de la Sonata para piano y violín en sol mayor o del último Cuarteto de Viena, puente entre los de Milán y los dedicados a Haydn. La villa de San Vicente, que acaba de premiar la Canción marinera del burgalés Alejandro Yagüe, se muestra cada vez más animada y activa.

Acontecimiento especial en la historia musical santanderina fue la actuación en el festival internacional del flautista Jaime Martín, solista de la Orquesta de Cadaqués y de la Sinfónica de Londres y cuya presentación con la JONDE en el Carnegie Hall de Nueva York fue recibida el pasado mes de marzo con grandes elogios. Martín tiene 25 años, y hace gala de un sonido bello, pastoso y consistente junto a una preparación sólida que avalora su innata musicalidad.

La versión del Concierto en sol mayor kv 313 ha causado verdadera impresión al público del Palacio de Festivales, y por sí sola incorpora el nuevo valor a la mejor nómina de intérpretes de Cantabria.

Invención

La flauta mágica del miércoles agotó el papel en las taquillas del palacio, y otra vez se hicieron imprescindibles los asientos supletorios. Verdaderamente vimos y escuchamos una representación de gran altura, con la que Vittorio Patané volvió a demostrarnos su polifacética invención como regista, escenógrafo y figurinista, su espíritu, enamorado y analítico, ante el teatro mozartiano.Dentro de él, La flauta mágica, que Patané sitúa "entre la razón y la cábala", lo está también entre la ingenuidad y la fantasía para darnos todas las medidas del Mozart maduro que exalta el singspiel (teatro musical hablado y cantado), desde la encariñada anécdota de las pequeñas tradiciones populares a la inmensa categoría de un drama humanísimo y, en cierto sentido, moralista. Como es sabido, La flauta es la más elevada consecución de la música masónica o, lo que es más exacto, hecha por masones, como fueron Mozart, el libretista Schikaneder y otros colaboradores ocultos, como Metzler y, Von Born.

Se trata, pues, acaso como tanta obra señera, de una creación sintética en muchos aspectos y direcciones, en la que junto a la delicia de cuanto hace y canta Papageno o el virtuosismo vocal de la Reina de la Noche resplandece el virtuosismo de grupo en las tres damas y los tres muchachos, o la severidad casi religiosa de Sarastro y los sacerdotes.

Contrapunto

Desde que, después de escuchar el soberbio contrapunto de la obertura, alerta nuestra atención el casi glizando de la flauta de Pan, Mozart abre a todos un mundo inédito y sorprendente en el que la ópera, sus valores y esquemas anteriores y aun posteriores quedan constantemente conculcados por la gracia, dueña y señora de la escena, la orquesta y las voces.Disfrutamos durante esta función de una Pamina fascinante en el arte de Sabine Passow, de un Tamino, en el que Manfred Fink no fue a la zaga, una Reina de la Noche, con las coloraturas perfectamente resueltas por Valeria Espósito, la pareja Papageno-Papagena, verdaderamente feliz, a cargo de Ralf Lukas y Saskia Gerritsen y un Sarastro muy noble, del bajo Kalendowski.

La compleja escena funcionó con. profesionalidad digna de un teatro de más larga historia que el del palacio, la orquesta, coros y, en general, toda la parte musical dirigida por August Haltmayer se hicieron acreedores del mayor triunfo operístico del cielo mozartiano, con el que el 40º Festival de Santander parece iniciar un nuevo estilo.

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