Las campanas de Londres celebran el regreso
Llegó a Londres poco antes de la medianoche. Las campanas habían empezado a sonar después de las diez de la mañana de ayer. Primero, en la iglesia de Saint Bride, en Fleet Street, la que antaño fue calle de los periodistas. Luego, se oyeron en todos los rincones de Londres, durante más de una hora. Las campanas tañían por John McCarthy, el periodista británico que fue liberado ayer en Beirut después de permanecer secuestrado durante 1.943 días. A las 11,20 (hora española), el periodista, sonriente, bajó de un avión de las Fuerzas Aéreas británicas en el aeropuerto de Lyneham acompañado por su padre y un hermano, entre gritos de alegría de numerosos amigos y de decenas de periodistas agolpados en la pista de aterrizaje. En uno de los edificios fue recibido por el subsecretario de Exteriores, Douglas Hogg."Todo el mundo está alegre. Incluso ha salido el sol. Es un gran día". Con estas palabras, el reverendo Holt Souder, capellán de Saint Bride, había dado comienzo a mediodía a un oficio religioso destinado a celebrar la liberación del rehén británico.
Jill Morrell, presidenta de la Asociación de Amigos de John MacCarthy, estaba anonadada. "Como en la luna", según sus propias palabras. La joven que durante más de cinco años ha mantenido vivo el interés de la opinión pública por el periodista secuestrado sólo temía ayer por su estado de salud.
Pero la alegría superaba cualquier otra sensación. "Creo que ha llegado el momento de organizar una gran celebración", declaró. Los familiares directos de McCarthy no quisieron hablar. Sólo su primo Justin resumió sus sentimientos con una sola palabra: "Increíble".
World Television News, la empresa para la que trabajaba McCarthy, montó una pequeña fiesta en cuanto se supo la liberación. Un portavoz de esa compañía afirmó que "por fin ha llegado la noticia, la que todos hemos esperado durante más de cinco años". "Sin embargo", añadió, "el respiro de alivio se oirá cuando John llegue, cuando le veamos, cuando esté en lugar seguro".
Agradecimientos
El Gobierno británico se apresuró también a felicitarse. El primer ministro, John Major, agradeció desde España la ayuda de Siria y la humanitaria influencia de Irán y del Gobierno libanés" ante los secuestradores, pero añadió que la felicidad no sería completa hasta que los demás secuestrados británicos -Jackie Mann y Terry Waite- estén libres. El ministro de Exteriores, Douglas Hurd, se declaró "encantado de poder recibir a McCarthy". Muchos pubs de la City prometieron bebidas gratuitas para todos los parroquianos.
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