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La cita de Maastricht

Aunque no lo sepamos, los europeos de la Comunidad, y por tanto los españoles, tenemos una cita importante los días 9 y 10 de diciembre en esta ciudad holandesa. En tal fecha y lugar se ha emplazado a sí mismo el Consejo Europeo para llegar a un acuerdo conjunto sobre la unión política y la unión económica y monetaria, en los términos y en los plazos a que se comprometió en la cumbre de Roma.En este periplo, el Parlamento Europeo (PE) está teniendo, por primera vez, la oportunidad de acompañar a las conferencias intergubernamentales que preparan los trabajos. El PE hizo una oferta de diálogo bajo la forma de una conferencia interinstitucional, y el Consejo -y los Gobiernos- ha respondido positivamente. Iniciadas en mayo de 1990, se han celebrado ya ocho CIP, y además, han entrado a formar parte del juego institucional con explícito reconocimiento como plataforma de encuentro. En el curso del presente semestre holandés están previstos cuatro.

Asimismo, el PE ha iniciado la ronda de capitales para poder conversar directamente con cada uno de los miembros del Consejo Europeo. En algo más de dos meses nos hemos podido entrevistar con siete miembros. del Consejo, y están ya fijadas casi todas las citas restantes.

Por nuestra parte, pensamos seguir utilizando -con perseverancia nuestra mejor y única arma -la palabra- para convencer del peso de nuestras razones.

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Para explicarlas, lo mejor es, sin duda, partir del grado de realización del Programa 92 -el mercado interior-, que es la tarea común actual y prioritaria.

El balance del procedimiento de cooperación instaurado en el Acta Única demuestra que podemos hacer legislación comunitaria de calidad, como pone de manifiesto el hecho de que el 32% de las enmiendas del Parlamento Europeo hayan sido aceptadas por el Consejo. Es más, ambas ramas del poder legislativo -Parlamento Europeo y Consejo-, con la preciosa ayuda de la Comisión, han demostrado saber suplir, con buena voluntad y decisión política, las carencias y limitaciones de los tratados. Buena prueba de ello es que, en el primer semestre de este año, mano a mano con la presidencia luxemburguesa y gracias a una razonable rnodificación de su propuesta por parte de la Comisión, herrios sido capaces de desbloquear el destino de los cinco programas de investigación cruciales para el futuro. Significativamente, estamos siendo capaces de madurar día a día, con soluciones interinstitucionales negociadas e inteligentes como son la Declaración Interinstitucional contra el Racismo y la Xenofobia o el acuerdo sobre perspectivas financieras -que nos ha garantizado no sólo la paz presupuestaria durante cinco años, sino igualmente poder hacer frente a imprevistos tan deseados como la unidad alemana-, o temas tan delicados como la televisión sin fronteras, la exten.sión de las normas anticontaminación de los automóviles, etcétera. Al mismo tiempo, conviene senalar que las piedras con las que estamos tropezando más seriamente son los temas que no son objeto de elaboración legislativa, es decir, pública. Así está ocurriendo con la inayor parte de la Europa social, la fiscalidad y los problemas de interior. Con todo, hay que subrayar que en cuestiones tan sensibles como el terrorisme, y el narcotráfico cuenta tanto la Comunidad como sus Estados miembros, con la total solidaridad y el apoyo del Parlamento Europeo.

La conclusión es que cuando hacemos lo que los anglosajones llaman constitutional conventions somos capaces de avanzar en términos democráticos. Posición que es, sin duda, más pragmática y constructiva que establecer un falso debate sobre el federalismo cuando, ya en 1950, la Declaración Schumann, que dio nacimiento a la CECA, piedra angular de nuestra historia y parte de los tratados, afirmaba que ésta era la "primera base concreta de una federación europea". En realidad, la Comunidad es una federación en proceso constituyente en la que lo que es federal, es decir, decidido por mayoría y con posibilidad de control judicial, tiene el sello comunitario y un control democrático, mientras que lo que permanece en el campo de la cooperación intergubernamental conoce más dificultades y, sobre todo, tiene un mucho más difícil control democrático.

A partir de este breve balance se pueden explicar los serios reparos del Parlamento Europeo al texto de referencia actual, proveniente de la presidente luxemburguesa, tratando de evitar ese tonode documento notarial que, en la autorizada opinión del presidente Andreotti, tienen a menudo sus resoluciones.

En primer lugar, la cuestión central de la codecisión legislatíva y el principio de legalidad que debe ser el nervio conductor de la unión. En la redacción actual hay un intento de resolver el problema, lastrado en origen por una definición impropia. Frente a la tesis del PE de la ley y la ley marco como fuente principal del derecho comunitarío que reemplace a los híbridos actuales, la propuesta es tan restrictiva que no nos da competencias más que para aprobar programas plurianuales, mientras que se mantienen directivas y reglamentos sin jerarquía alguna sometidos a la simple consulta del Parlamento Europeo. Es decir, que no nos queda más que la planificación, ahora que hasta los soviéticos la están abandonando.

Ironías aparte, se establece un barroco y farragoso sistema legislativo de difícil comprensión, en el que se yuxtaponenlos sistemas vigentes -cooperación, consulta, dictamen conforme- con la codecisión de nuevo cuño, y con resultados que chocan con los principios democráticos.

Así, es posible incluso aprobar las leyes por silencio, lo que choca frontalmente con el principio de un doble voto expreso sobre un texto idéntico. Al mismo tiempo, se aumentan de modo sustancial las decisiones a adoptar por el Consejo por mayoría cualificada. Ello supone que, por otro lado, se va eliminando la posibilidad de un control democrático adecuado por los Parlamentos de los Estados miembros. En efecto, éstos podrán pedir cuentas a su respectivo Gobierno como máximo de los votos de que éste dispone en el Consejo.

En segundo lugar, la doble investidura democrática de la Comisión debe hacerse al comienzo de cada legislatura, factor que ha de contribuir decisivamente al reforzamiento de la legitimidad democrática, así como a disipar los recelos ante la concentración de poder en órganos no elegidos. Además, si se acepta esta reforma, tendrá por fin sentido el proceso electoral comunitario, al engranarse las mayorías políticas con el funcionamiento institucional. No olvidemos lo que repite macha,conamente el canciller Kohl, que no podemos presen

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Enrique Barón Crespo es presidente del Parlamento Europeo.

La cita de Maastricht

Viene de la página anteriortarnos de nuevo en el 94 ante el electorado en las presentes condiciones.

Respecto a las demás cuestiones fundamentales para, el Parlamento Europeo, como son el derecho de iniciativa, la conclusión de acuerdos internacionales, los poderes fiscales y presupuestarios, el derecho de investigación, el derecho de petición y, sobre todo, el principio de la plena participación del Parlamento Europeo con su dictamen conforme en la revisión de los tratados previa a la ratificación, la declaración Genscher-De Michelis sigue siendo la mejor base de trabajo.

Cuestión especialmente preocupante es el tratamiento que se da a la ciudadanía europea. Tras la reverencia de rigor, se ha vaciado de contenido la misma al colocarla en un vaporoso preámbulo en el que lo único claro para los ciudadanos es que pueden recurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos fundamentales. Afortunadamente, los países comunitarios son firmantes del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

En lo que respecta a la unión económica y monetaria, que no es más que una dimensión muy importante de la unión política, la prueba de fuego será, sin duda, el refrendo ciudadano a la misma y no sólo sus aspectos técnico-financieros. Resulta positivo que el Consejo Ecofin vaya consiguiendo sus títulos de nobleza comunitarios, pero preocupa seriamente que de los 28 tipos de decisión a adoptar que se proponen en el borrador 25 sean por mayoría cualificada y sólo en cuatro casos se prevea la consulta al Parlamento Europeo. Las cuestiones esenciales deben ser objeto de codecisión, y la gestión de la política comunitaria debe rendirse ante el Parlamento Europeo. Es curioso que, en el texto actual, el máximo avance sea reconocer al PE la misma legitimación activa que al Banco Central para poder personarse ante el tribunal de justicia. ¡Por lo menos se trata a los representantes del pueblo igual que a los guardianes del Tesoro!

En este campo, adquiere fundamental relevancia el calendario de fases y el esfuerzo de convergencia en donde ha de prevalecer lo acordado en el Consejo de Roma frente a las variaciones posteriores.

Asimismo, la cuestión de la cohesión económica y social tiene para el Parlamento Europeo un valor esencialmente político y debe inspirar todas las políticas comunitarias. Para profundizar en la elaboración y definición del concepto, el PE ha encargado la revisión del clásico Informe Mac Dougall. En. sus primeras conclusiones provisionales, los expertos recomiendan tomar seriamente en consideración la propuesta de Fondo de Compensación Interestatal presentada por el Gobierno español como a clever mix of the two approaches (una sabia combinación de ambos enfoques).

Precisamente en este momento se presenta una oportunidad única de avanzar en este terreno con la experiencia de cohesión que estamos haciendo para integrar los cinco nuevos länder del este de Alemania en la Comunidad Europea.

En su conjunto, es necesario preservar y fortalecer el sistema jurídico e institucional de la Comunidad, de manera particular en lo que respecta a sus cuatro instituciones, al procedimiento de decisión, a la ejecución y el control jurisdiccional, sistema comunitario que debe extenderse a la PESC como pieza fundamental de la unión, cuya inserción en el sistema se garantizaba en el proyecto de tratado del 84 y no en la propuesta actual. El PE defiende firmemente la inclusión directa de la política exterior y de seguridad en la estructura institucional de la Comunidad. En la misma, además de fusionar el Consejo de Asuntos Generales con la CPE, se debe crear un Consejo de Ministros de Defensa.

Igualmente conviene prever mecanismos que permitan la progresiva integración en la estructura comunitaria de los sectores y aspectos objeto de cooperación entre los Estados miembros a través de un sistema de decisión ad hoc.

En definitiva, sin pretender terciar en el debate entre arquitectónico y botánico que ha dominado en los últimos meses la actividad del Consejo, el modelo actual parece más próximo al laberinto de Creta que al Partenón. Si se habla de dos columnas, éstas no pueden ser otras que las de la doble legitimidad, que son las que nos relacionan con los ciudadanos. En cuanto a los principios, democráticos, no pueden ser otros que los compartidos por todos. Lo fundamental en democracia es la transparencia y la publicidad, luz y taquígrafos para sus debates y resoluciones.

El Consejo Europeo de Luxemburgo, en su reflexión a medÍo camino que debe concluir en la cumbre de Maastricht de diciembre, ha considerado que hay sobre la mesa propuestas significativas que van en el sentido de reforzar el papel político, legislativo y de control del Parlamento Europeo", que debe correr parejo con el desarrollo de la unión.

Asimismo, señala que "la realización de un consenso sobre el principio del procedimiento de codecisión será un elemento político importante del acuerdo final". A pesar de la insansfacción sobre la actual propuesta, estas afirmaciones dejan abierto un portillo a la esperanza para que en este segundo semestre podamos, entre todos, encontrar mecanismos de pesos y contrapesos (checks and balances) que permitan conseguir una Comunidad unida política y económiica.mente sobre bases democráticas.

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