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ANIVERSARIO DE LA INVASIÓN DE KUWAIT

Irán, o los beneficios de la neutralidad

Ángeles Espinosa

Opuesta con la misma vehemencia a la invasión iraquí de Kuwait y a la intervención occidental, la República Islámica de Irán ha vivido como una manifestación de la divina providencia el enfrentamiento de sus más denostados enemigos. Durante toda la crisis, Teherán ha actuado como testigo de una apuesta en la que, fuera cual fuera el perdedor, tenía que ser invitado a cenar.La neutralidad ha valido a su presidente, Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, un doble triunfo. En casa, la opinión pública ha visto cómo el tiempo le daba la razón en su negativa a intervenir al lado de Irak frente al Gran Satán de EE UU, tal como le reclamaban los más duros del régimen. Concluido el conflicto, los iraníes asistieron estupefactos a la brutal represión de los shiíes y kurdos. Era por solidaridad con sus hermanos shiíes que los duros deseaban intervenir. Esta evolución de los acontecimientos ha dado lugar a un dramático cambio en las relaciones con Bagdad. A pesar de su denuncia de la invasión, la firmeza iraní en condenar la presencia de fuerzas extranjeras en la región y sus esfuerzos por evitar la guerra generaron una sorprendente luna de miel que luego se ha probado efímera. Los dirigentes islámicos han llegado a pedir la salida de Sadam, pero los logros de !u neutralidad permanecen.

No sólo Irán ha conseguido que su vecino reconociera todas sus condiciones de paz y la liberación de 37.000 prisioneros de guerra, sino, lo que es más importante, la crisis ha eliminado la amenaza que para ese pais representaba Irak, y le ha permitido recobrar la confianza internacional. En el último año, siete países han reanudado relaciones con la República Islámica.

Incluso el aspecto más costoso de la crisis, el influjo de un millón y medio de refugiados, le ha merecido alabanzas. El comercio con los países europeos y Japón se ha incrementado entre un 30% y un 50%. Estados UnIdos ha permitido a sus empresas que compren petróleo iraní por primera vez desde 1987.

Pero a pesar de esta vuelta al juego de alianzas de Oriente Próximo que le ha convertido en socio obligado del mundo árabe, dos asuntos eclipsan el el futuro de esas buenas relaciones. De un lado, Teherán rechaza de forma categórica la participación de países no ribereños del golfo Pérsico en los acuerdos de seguridad que las seis monarquías de la península Arábiga intentan establecer para la región. Por otra parte, el actual proceso de paz que se gesta en Oriente Próximo corre riesgo de arruinar su tradicional relación con Damasco y aislarle en la zona.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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