La CE enviará cientos de observadores a Yugoslavia
Los ministros de Exteriores de la Comunidad Europea acordaron ayer aumentar substancialmente el número de sus 50 observadores en Yugoslavia -hasta un mínimo de 300 y un máximo de 500- y ampliar la misión de supervisión de la paz a Croacia, la República en la que se están librando ahora los más duros combates. Para promover un nuevo alto el fuego y examinar las condiciones del despliegue de los observadores adicionales la troika comunitaria, integrada por los jefes de la diplomacia de Holanda, Luxemburgo y Portugal, viajará por cuarta vez el próximo fin de semana a Belgrado.
Las autoridades federales yugoslavas no se opusieron a que entre la nueva remesa de observadores se incluya a ciudadanos de cuatro países de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) -Checoslovaquia, Canadá, Suecia y Polonia- que se han mostrado interesados en participar. "Toda la operación", recalcó el ministro español, Francisco Fernández Ordóñez, "está, sin embargo, supeditada a que obtengamos garantías, es decir, a que haya un alto el fuego". "No se descarta", añadió, "que los obervadores militares vayan armados con armas personales".Los ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea dedicaron el grueso de su último Consejo antes de las vacaciones estivales a la crisis del país balcánico y, tras hacerles esperar 80 minutos, almorzaron con el primer ministro federal, Ante Markovic, con el titular de Exteriores, Budimir Loncar, así como con los representantes de Macedonia, Vasil Tupurkovski, y Bosnia-Herzegovina, Bogic Bogisevic, en la presidencia colectiva yugoslava. Tupurkovski y Bogisevic fueron designados por sus otros seis colegas para representarles en Bruselas por tratarse, probablemente, de las dos repúblicas más neutrales en el conflicto que enfrenta a Serbia y Croacia.
Los presidentes de Macedonia, Kiro Gligorov, y de Bosnia, Alija Izetbegovic, han presentado además un plan tendente a crear una Unión de Estados Soberanos de Yugoslavia que goza de la abierta simpatía del ministro frances, Roland Dumas.
Sin responsabilizar a nadie de su ausencia, el titular alemán de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, lamentó que no hubiesen sido invitados a Bruselas los presidentes de la Repúblicas separatistas de Eslovenia y Croacia.
Sólo", dijo ante los micrófonos, se llegará a una solución si se incluye a representantes de esas repúblicas". Varios Estados miembros, entre los que figura España, no deseaban, sin embargo verles sentados en la mesa porque podía ser interpretado como un reconocimiento de facto de su independencia.
A lo largo del debate entre los ministros surgieron varias ideas que tienen muchos visos de prosperar tras la visita de la troika. Los Doce vieron con buenos ojos el proyecto holandés de fomentar la creación de patrullas mixtas del ejército federal y la Guardia Nacional croata para asentar el cese el fuego. Si se impone la paz los comunitarios examinarían la reanudación de la ayuda financiera suspendida.Crisis constitucional
También se mostraron propensos a enviar a Belgrado a eminentes juristas comunitarios, a los que se podrían añadir expertos procedentes de otros países de la CSCE, que asesorarían a los yugoslavos durante la próxima negociación para resolver la crisis constitucional. "Markovic es algo más cauteloso para acoger a estos expertos", subrayó Fernández Ordóñez, "que para aceptar a los observadores. Insiste en que Yugoslavia pone toda su confianza en la CE".
"A pesar de que la CSCE ha sido creada para este tipo de cosas no acaba de ser operativa", reconoció Fernández Ordóñez, sin explicar el por qué. Varios diplomáticos achacaban esta inoperatividad al temor de algunos países occidentales con simpatías hacia croatas y eslovenos a involucrar en la misión de paz a la URSS, miembro de la CSCE pero cuyo Gobierno central no disimula sus reticencias hacia la partición de Yugoslavia, un mal ejemplo para las repúblicas soviéticas.
Ha quedado, en cambio, descartada, de momento, por el Consejo de ministros la sugerencia de Dumas de poner en pié una fuerza de interposición, inspirada en los cascos azules de la ONU, entre los beligerantes. "Algunos Estados Miembros sostienen que no es competencia comunitaria", comentó el ministro español, "y sólo podría hacerse en el marco de la Unión Europea Occidental", la única organización exclusivamente europea competente en materia de seguridad.
"He pasado mi vida", reconoció Loncar al final del maratónico almuerzo con sus homologos, "intentando salvar a mi país de la influencia extranjera y ahora he llegado a la conclusión de que mi país necesita mucha influencia extranjera para salvarse". Markovic, que había dejado entrever estos últimos días la posibilidad de dimitir, prometió aplazar tal decisión.
Mientras, más de mil nacionalistas eslovenos, kosovares y, sobre todo, croatas, entre las que figuraban monjas de la congregación de las Sirvientas del Pesebre del Niño Jesús, se concentraron ante el edificio Carlomagno, sede del Consejo de ministros, custodiado por 250 agentes belgas y media docena de vehículos; antidisturbios.
En las pancartas que exhibían los croatas, procedentes en su mayoría de la cercana Alemania pero también de Holanda y hasta de Suecia, pedían la independencia para su República y exigían: "Loncar y Markovic lárguense a casa", calificándoles de "traidores de la República de Croacia y de la humanidad".
Menos numerosos, los representantes de la minoría albanesa asentada en Kosovo solicitaban con éxito a los periodistas que hlcieran llegar hasta el Carlomagno octavillas en las que lamentaban la situación en su región que se ha deteriorado desde que el ejército federal empezó a salir de Eslovenia.
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