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Bolivia, ante el desafío del narcotráfico

El difícil equilibrio entre represión y soluciones alternativas a la coca

Bolivia intenta nuevos caminos en la lucha contra el narcotráfico, pero existen dudas en la viabilidad del Plán Coca por Desarrollo. Se temen las repercusiones negativas para la economía nacional de la pérdida de los ingresos procedentes de la hoja de coca y de la cocaína, que ya se produce en Bolivia en cantidades importantes y representa, al menos, la cuarta parte de las exportaciones. Bolivia es hoy es el segundo productor del mundo, después de Colombia.

Los roces y reacciones antinorteamericanas crecen en Bolivia por la actuación del hasta hace poco embajador de Estados Unidos, Robert Gelbard, y la intervención del los agentes del Departamento Estadounidense Antinarcóticos (DEA). La militarización de la lucha contra el narcotráfico, con la intervención directa del Ejército boliviano, podría abrir paso, según opinan diversos analistas, a un escenario donde no se excluyen los enfrentamientos entre militares y campesinos cocaleros.Müller y Asociados, un prestigioso equipo de analistas de La Paz, publicó el pasado junio un informe con el sugestivo título La economía de la coca en Bolivia: ¿plaga o salvación? En su párrafo final, el informe concluye: "De aquí a cinco años, el problema de la coca no habrá desaparecido. Seguirá en Bolivia por muchos años más. El gran desafío político que se impone en el país es no permitir que el narcotráfico se apodere de la sociedad boliviana, pero tampoco dejar que lo hagan los militares o la DEA".

Dependencia económica

Reconoce el informe la dependencia actual de la economía boliviana de los ingresos procedentes de la coca. Según cálculos conservadores, "la cocaína representa entre un cuarto y un tercio de todas las exportaciones de Bolivia entre 1985 y 1990". Algunos estiman que los ingresos de la industria cocalera ascienden en Bolivia a más de 280 millones de dólares por año [unos 32.000 millones de pesetas al cambio actual], pero otros cálculos elevan esa cifra hasta los 700 millones de dólares. Esto significaría que Ias exportaciones de cocaína alcanzan casi el mismo nivel que todas las otras exportaciones combinadas", concluye el informe de Müller.En una entrevista con Mabel Azcui, el asesor presidencial Samuel Doria Medina calcula que 500 millones de dólares de los 1.400 que genera el narcotráfico ingresan en la economía boliviana. Sobre el efecto de este ingreso reconoce Doria que se trata de una exportación adicional, que ayuda a mantener el equilibrio de la economía boliviana. Asegura categórico Doria: "Por eso no es posible hablar en Bolivia de la eliminación del narcotráfico, porque significaría cortamos la cabeza". De forma palpable expone Doria que, en proporción, el narcotráfico representa para la economía de EE UU el 1% de su PIB; "si se elimina, es como cortarle el dedo meñique. En Bolivia sería perder la cabeza".

El desarrollo alternativo, el trueque de coca por otros cultivos, que fue una idea promovida por el presidente Jaime Paz, corre el peligro de quedarse en una formulación brillante, pero vacía, ante el terrible imperativo de lo fáctico. Según definición del informe de Müller, "la estrategia consiste en promover el cambio de producción de la hoja de coca a otros productos agrícolas que puedan ser competitivos en el mercado, reduciendo de esta manera la oferta de cocaína". La idea es atractiva, pero falla un pequeño detalle: la hoja de coca resulta entre cuatro y 10 veces más rentable que cualquier otro producto agrícola de las zonas cocaleras de Bolivia.

En una modesta casa situada en la parte baja de La Paz, a tan sólo 3.200 metros de altura, el general retirado Lucio Añez, que hasta el pasado 26 de febrero comandó las fuerzas encargadas de la represión del narcotráfico, opina que la idea "coca por desarrollo no tuvo éxito por falta de recursos. El campesino sabe que la hoja de coca la vende seguro, y no así los otros productos".

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Añez estuvo metido en pleno ojo de una de las tormentas más graves por las que ha pasado el presidente Jaime Paz, que se aproxima al paso del ecuador de sus cuatro años de mandato. El cese de Añez, "por motivos de salud", desencadenó toda clase de especulaciones sobre los motivos reales por un lado y una seria crisis por otro. El presidente Paz nombró como sucesor de Añez al coronel retirado Faustino Rico Toro, y desencadenó las iras de la Embajada de Estados Unidos, que consideró este nombramiento como un intento de proteger al narcotráfico desde el poder.

La fuerza del embajador

El embajador Gelbard acusó a Rico Toro de estar vinculado al narcotráfico, y amenazó con cortar la ayuda de EE UU a Bolivia si no se revocaba el nombramiento. En una filtración al corresponsal para Suramérica del Miami Herald, la embajada acusó a Rico Toro e incluyó en el ataque al jefe de la Policía General, Felipe Carvajal, y al mismísimo ministro del Interior, Guillermo Capobianco, compañero de larga data del presidente Paz y número tres en la jerarquía del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el partido del presidente, que forma la coalición de gobierno junto con la Acción Democrática Nacionalista (ADN), del ex dictador Hugo Bánzer.Según la embajada, Capobianco recibía dinero por proteger a los narcotraficantes, y resultaba inaceptable. A pesar del apoyo explícito del presidente, en pocos días cayeron Rico Toro, Carvajal y Capobianco. El embajador Gelbard amenazaba, en conversaciones privadas, que Capobianco no dispondría de un visado para EE UU mientras él ocupase un puesto en la Administración norteamericana.

No existe una explicación completa para el nombramiento de Rico Toro al frente de la lucha contra el narcotráfico. Para Gelbard, parece claro que todo se debía a un intento de Capobianco para proteger a los narcotraficantes. Por eso le estorbaba Añez y puso a Rico Toro, un militar que ocupó puestos destacados durante la sangrienta dictadura de Luis García Meza, hoy prófugo de la justicia. Las hipótesis sobre el nombramiento que circulan por La Paz llegan incluso a especular con la belleza y atractivos de una hija del coronel.

Una explicación coherente del nombramiento de Rico Toro apunta a la necesidad del Gobierno boliviano de poner al frente de la lucha contra el narcotráfico a una persona capaz de enfrentarse y resistir a la prepotencia de la DEA y la Embajada de Estados Unidos. "Aquí hacía falta alguien con cojones, y Rico Toro era el hombre adecuado", comentó a este periódico un destacado mirista.

El enfrentamiento se cerró con una victoria de Gelbard, y el presidente Paz salió malparado. El periodista Carlos Mesa escribió respecto al caso en el diario de la jerarquía católica de Bolivia, Presencia: "Los lamentables acontecimientos de los últimos días han desnudado de modo incontrastable la inermidad de Bolivia, su extrema dependencia y la sobrecogedora frialdad del embajador de EE UU, Robert Gelbard". Por el precio de Rico Toro, Gelbard había conseguido, de una sola tacada, tres cabezas.

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