Éxodo de 20.000 personas en el Kurdistán iraquí a causa de los últimos combates con el Ejército
Los primeros incidentes sangrientos en el Kurdistán iraquí tras la revuelta del pasado marzo han provocado una nueva huida de los habitantes de Suleimaniya. Unas 20.000 personas han abandonado esa ciudad, escenario, junto con Arbil, de los enfrentamientos de miércoles y jueves pasados, en dirección a las zonas controladas por la oposición.
El presidente norteamericano, George Bush, descartó ayer una intervención inmediata de la coalición multinacional en el norte de Irak a consecuencia de los combates de los últimos días, informa France Presse. En una conferencia de prensa celebrada en Ankara, donde se encuentra en visita oficial, el presidente norteamericano dijo que no esperaba "ataques importantes" en esa zona. Sin embargo, aseguró que una fuerza de intervención rápida aliada sería enviada si se comprobara que hay "graves incidentes" en esa región de Irak].La calma parecía haber vuelto ayer a la zona mientras fuentes de las Naciones Unidas en Bagdad se hacían eco de la concentración de tropas iraquíes al sur de Suleirnaraya. La ciudad amaneció tranquila, bajo la atenta vigilancia de las patrullas conjuntas del Ejército y los peshmergas (combatientes kurdos) del Frente Unido del Kurdistán (FUK, la coalición de partidos kurdos). Tanto los guardias de la ONU como el personal del Alto Comisionado para los Refugiados destacado en el Kurdistán, entre ellos dos españoles, disponen de comunicación por radio con sus oficinas en la capital iraquí.
De acuerdo con las informaciones procedentes de esa región, entre 80 y 200 personas resultaron muertas en los disturbios. Otras 600 se encuentraban aún hospitalizadas ayer en diversos centros médicos de Suleimaniya. Los casos más graves fueron trasladados por vehículos de la ONU a Irán. Sin embargo, ninguno de los habitantes que han huido de la ciudad ha intentado hasta ahora cruzar la frontera, 80 kilómetros más al Este. Al menos 1.200 militares iraquíes han caído prisioneros en manos de los peshmergas.
"Daba la impresión de un verdadero campo de batalla", contó al corresponsal de la agencia France Presse un viajero procedente de Suleimaniya. El interlocutor dio cuenta de una docena de carros de combate carbonizados, así como de tres camiones llenos de cadáveres y numerosos vehículos de transporte de tropas iraquíes en llamas. La misma comentó que los insurgentes controlaban el viernes parte de la ciudad.
Estos incidentes, desvelados por la ONU anteayer, no son los únicos que han puesto a Irak en la picota. La coalición opositoria iraquí de signo shií, Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak, ha pedido a las Naciones Unidas que instale puestos de observación permanentes en el sur de ese país para proteger a la población de "la represión del régimen". Tal demanda se produce tras la denuncia del príncipe Sadrudín Aga Jan, coordinador de la ayuda humanitaria de la ONU en el Golfo, de que Bagdad ha vuelto a bloquear militarmente la zona de marismas cercana a la ciudad de Basora, en la que se han refugiado decenas de miles de shiíes. En los últimos días, los militares han retomado el control e impiden el acceso de la ayuda, en violación, según Washington, de la resolución 687 del Consejo de Seguridad sobre el alto el fuego. El enfado de los cinco miembros permanentes del Consejo, que anteanoche pidieron la inmediata retirada de las tropas de las marismas, es aún mayor ya que no se trata de la única infracción.
Bagdad, mientras tanto, mantiene silencio sobre el impacto causado por su revelación de que posee un supercañon de 350 milímetros de diámetro y 52,5 metros de largo, y elementos para la fabricación de uno mayor.
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