España alcanza el ideal de un foro iberoamericano
La cumbre de Guadalajara, que reunió durante dos días en tierras mexicanas a los mandatarios de 21 Estados de habla española y portuguesa, ha hecho posible el viejo sueño español de constituir, con suficientes garantías de continuidad, un foro permanente de debate y reflexión sobre Iberoamérica. La recién nacida Conferencia Iberoamericana se presenta con un espíritu unitario, sustentado por los principios de la democracia y el respeto a los derechos humanos, y como instrumento que permita a todas las naciones representadas avanzar en los procesos políticos, económicos y culturales.
El ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, dijo a este periódico, al término de la cumbre, que la Declaración de Guadalajara, nombre con que ha sido bautizado el documento fundacional, asegura de por sí la continuidad de este tipo de encuentros y asocia conferencia con proceso, en el sentido de Helsinki. "Lo que había antes de esta cumbre era una página en blanco que ahora habrá que escribir. Hemos demostrado que somos capaces de hacer una declaración conjunta sobre muchas cosas. El documento es un valor en sí mismo y un hecho muy importante para todo el proceso que se avecina", añadió el ministro.España tomó en Guadalajara el relevo de la próxima cumbre que se celebrará en Madrid, para la cual trabajarán conjuntamente los integrantes de la troika que preparó este primer encuentro, compuesta por los cancilleres de México, Brasil y el nuevo país arifitrión. La conferencia nace sin el espíritu de convertirse en un órgano burocrático, con la intención de promover el fortalecimiento de la democracia y del pluralismo en las relaciones internacionales y el compromiso de intercambiar información de aquí a julio de 1992, fecha en que se celebrará en Madrid la segunda cumbre, sobre el avance de los objetivos de la declaración fundacional. La constitución de esta cumbre en conferencia permitirá a España llegar a 1992 con las garantías suficientes de que la vieja aspiración del rey Juan Carlos es ya una realidad. El hecho de que haya sido México el país anfitrión de este primer encuentro y el liderazgo que, por otra parte, ejerce en el resto de América Latina han hecho posible no sólo el éxito de la participación, sino que ha sentado las bases para que el próximo año pueda repetirse en España, en fechas de gran significación histórica, sobre las que mantienen criterios diferentes y distanciados muchos de los países asistentes. Después de España, la cumbre será en Brasil (1993), Colombia (1994) y Argentina (1995).
La disonancia política de la cumbre correspondió a Cuba. El presidente Salinas de Gortari no sólo desempeñó un papel crucial para que el país caribeño estuviera presente en Guadalajara y no dejara coja a la cumbre, sino que fue decisivo a la hora de convencer a algunos de los mandatarios asistentes para que las presiones a favor de la democratización cubana no se plasmaran ni en voz alta ni en letra pequeña. Fidel Castro, sobre quien se centró la expectación de la cumbre, se mantuvo en sus trece de no salir bajo ningún concepto del socialismo revolucionario sobre el que aferra a la isla desde 1960, pero también se dejó escuchar.
Don Juan Carlos y Castro se reunieron el viernes, siempre con testigos españoles, por espacio de 20 minutos. Ambos se reiteraron sus respectivas ofertas de visita: el Rey, para que viaje el próximo año a Madrid, y el líder cubano, para que el Monarca lo haga a la isla, único país de América Latina y, curiosamente, la última ex colonia española del continente que don Juan Carlos jamás pisó.
Derechos humanos
Los 21 han resaltado en Guadalajara que es obligación del Estado de derecho promover y garantizar la plena vigencia de los derechos humanos; han reconocido la inmensa contribución de los pueblos indígenas al desarrollo y la pluralidad de los distintos Estados que conforman el continente americano, y han decidido guiar la conducta externa de sus países sobre la base del derecho internacional.
Los 21 han decidido en Guadalajara constituirse en un interlocutor pleno en el escenario mundial y promover un mercado común del conocimiento. Consideran asimismo a las Naciones Unidas como un órgano más revitalizado y renovado y advierten que el fortalecimiento de las bases de convivencia y justicia internacionales constituye una responsabilidad compartida por todos los Estados y no una prerrogativa exclusiva de algunos.
La Declaración de Guadalajara recoge también una propuesta del Gobierno mexicano mediante la que apoya la candidatura del ministro de Economía de España, Carlos Solchaga, como presidente del comité interino del Fondo Monetario Internacional (FMI). La propuesta nace ya secundada con el apoyo decidido de los 21 países de lengua española y portuguesa de América Latina y Europa, presentes en esta primera e histórica cumbre de toda Iberoamérica.
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