Bueno para Liubliana, malo para Zagreb
HERMANN TERTSCH El acuerdo de la presidencia colectiva de ordenar la retirada del Ejército del territorio esloveno es tan buena noticia para Liubliana como mala para Zagreb. No debe extrañar que el único voto en contra de esta medida fuera del croata Stipe Mesic.El Ejercito yugoslavo abandonará Eslovenia, pero nunca, al menos pacíficamente, Croacia. Su oficialidad es cada vez más homogéneamente serbia, según avanza la depuración iniciada hace tres semanas. La gran tropa de reservistas serbios hace prescindible a la tropa multiétnica de reemplazo. El Ejército ya ha tomado partido. Sus mandos federalistas, con el ministro de Defensa, Ve1jiko Kadijevic, a la cabeza, perdieron la batalla de Eslovenia. Sus rivales panserbios están decididos a ganar, con más decisión y menos remilgos, la batalla de Croacia. La prioridad del mando militar ya no es la defensa de la integridad territorial yugoslava, sino la lucha por los intereses territoriales serbios, ante todo en Croacia, pero también en Kosovo, Bosnia-Herzegovina y Macedonia. Se erige en garante de que Croacia no será independiente si no es a costa de gran parte de su territorio.Eslovenia ha conseguido ya desvincular su proceso de secesión del mucho más complejo de Croacia, y da así un nuevo paso hacia su plena independencia.Los militares panserbios, como el jefe del Estado Mayor, Blagoic Adzic, y el bloque serbio-comunista en la federación, liderado por el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, están deseosos de zanjar la cuestión eslovena de la única forma que consideran ya posible tras el espantoso fiasco de la intervención militar del 27 de junio: facilitando su secesión. Habrá que esperar a que se cumpla el plazo de tres meses dado al Ejército. para retirarse de Eslovenia, un periodo cuajado de peligros y posibilidades de cambio de actitud del mando militar, para confirmar que Eslovenia ha superado ya los principales obstáculos en su constitución como nuevo Estado soberano europeo.La carta de libertad que dan a Eslovenia las fuerzas centralistas dominadas por Serbia y el mando militar no reduce ni resta inminencia al peligro de guerra. Puede aumentarlo, si cabe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.