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La ópera de dos catalanes

Antoni Ros Marbá y Núria Espert, dirigen juntos 'Madame Butterfly', de Puccini

Madame Butterfly, de Puccini, último título de la temporada de ópera de Madrid, se representará a partir de hoy, viernes, en el teatro de la Zarzuela, con dirección musical de Antoni Ros Marbá y escénica de Núria Espert. Es la primera vez que ambos, catalanes y nacidos en el mismo barrio, coinciden juntos en un espectáculo operístico. Su última colaboración data de hace 20 años, cuando grabaron un disco de canciones judías en catalán.

Núria Espert y Antoni Ros Marbá son de Hospitalet, en concreto de Santa Eulalia, la zona más próxima a Barcelona. "Teníamos cerca de casa un fielato que era como un puesto de aduanas donde miraban lo que llevaban los camiones", recuerda Núria Espert. Y Ros añade: "Como no teníamos un duro, cuando cogíamos un taxi desde Barcelona nos quedábamos allí y continuábamos andando, pues de lo contrario nos costaba el doble". Los dos vivían en la calle de Buenos Aires; Ros, en el número 7; Espert en el 9: les separaba únicamente un tabique."Antoni tenía teléfono y yo no", dice Núria Espert, "y me daban los avisos de llamadas que recibía con un golpe en la pared". Resalta Ros Marbá que tanto Núria Espert como él son "hijos de una misma época y un medio social", a lo que precisa Espert: "Hasta parecemos de una misma farnilia".

"Antoni siempre estaba tocando el plano", dice Núria Espert, "no nos hacía ni caso a las niñas, aunque entonces bien es verdad que los niños jugaban con los niños y las niñas con las niñas".

Como todos los chicos, Ros jugaba al fútbol. "Núria empezó a trabajar muy pronto, a los 11 años. La recuerdo haciendo de San Miguel en Els pastorets. Yo la miraba con admiración, pero era un renacuajo bajo y tímido y la veía demasiado grande. En el 54, cuando hizo Medea en el Grec de Barcelona, nos sobrecogió a todos; fijate, una chica del barrio como una gran actriz. No hablábamos de otra cosa".

"Tuvimos una educación precaria", recuerda Núria, "Hospitalet era un centro industrial con una gran concentración de emigrantes. Mis amigas eran murcianas, extremeñas y de otros lugares. A pesar de nuestras limitaciones económicas, nosotros éramos para ellos como la aristocracia catalana".

Hace 20 años, Núria Espert y Ros Marbá grabaron juntos un disco de canciones judías en catalán. Núria cantaba y Ros hizo las orquestaciones. Después, sus trayectorias enfilaron caminos distintos. Ahora, la ópera favorece el reencuentro.

"He tenido casi siempre muy buena estrella", afirma Núria Espert, "y como tal se puede considerar que tras La casa de Bernarda Alba con Glenda Jackson me ofrecieran la primera ópera con un título como Madame Butterfly, que es teatro puro para mí. Por eso la inexperiencia que tenía en ópera en aquel momento la compensé con el total convencimiento de mis posibilidades escénicas". La producción de Madame Butterfly que supuso el debú en el teatro lírico de Núria Espert se estrenó en Glasgow el 28 de abril de 1987. Tras ella llegaron Electra, La Traviata, Rigoletto y Carmen, aunque Núria Espert tiene un afecto especial por Butterfly, una ópera que ha ambientado en la segunda mitad de los años treinta, antes de la II Guerra Mundial. "Butterfly es la historia de una pasión idealizada que lleva a la destrucción y a la muerte. He intentado crear un clima de hostilidad alrededor de la boda, subrayando el ambiente denso dentro del bellísimo cuento oriental", opina Núria Espert.

Encontrar caminos,

Para Ros Marbá, Butterfly es la tercera ópera de Puccini con la que se enfrenta, tras Manon Lescaut y La bohème. "Un director de orquesta puede tener o no una visión teatral previa. Después del primer ensayo de escena, Núria me ha ayudado a encontrar caminos de expresión musical a través de los cantantes y sus comportamientos. Como director musical, debo destacar los timbres, disonancias, procedimientos armónicos, espacios y silencios".

"El trabajo de Núria", continúa Ros Marbá, "me ha parecido sugerente y, aunque no cambie mi concepto de la obra, sí ha contribuido a que resalte muchos de los valores puramente dramáticos y escénicos".

En lo que va de año, Ros Marbá se había centrado en un repertorio histórico muy preciso, de Haendel a Schubert, con especial dedicación a Mozart y a Haydn: "Butterfly ha sido como abrir una ventana con aire distinto, lo cual es muy sano y reconfortante".

Espert comenta, sin embargo, que, entre las muchas propuestas operísticas que tiene, nunca le han ofrecido hacer una ópera de Mozart. "Es que Mozart no tiene heroínas trágicas, y a mí siempre me llaman para hacer morir a mujeres en escena". Tanto a Ros Marbá como a Núria Espert les gustaría que su próximo encuentro operístico fuese con Salomé, de Strauss.

De momento, y fuera de los círculos artísticos, se ha producido otra caprichosa casualidad. Sus domicilios de Madrid comparten el mismo patio y desde la casa de Núria Espert se puede ver el estudio y el cuarto de invitados dé la casa de Ros Marbá. Esta vez los dos disponen de teléfono, pero Núria tiene fax, y Ros, no. Medio siglo después, el tabique se ha convertido en patio y el teléfono en fax, pero la amistad permanece.

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