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El misterio de la 'tercera fuerza'

Nelson Mandela y la mayoría de los observadores de la situación surafricana hablan de la presencia de una misteriosa tercera fuerza interesada en desestabilizar el proceso de normalización política. Todavía no hay pruebas irrefutables de la existencia de una mano tenebrosa oculta en lo más profundo del aparato del Estado, con un gran plan, pero sí las hay de clara connivencia de la policía con los ataques de Inkatha. Al dominico Peter Hortop no le cabe duda de que policía e Inkatha son uña y carne. "Vi con mis propios ojos cómo la policía acompañaba a zulúes vestidos como guerreros al albergue", dice con indignada pasión al leer la entrada de su diario del 13 de agosto de 1990, donde escribió cómo miles de zulúes armados atacaron en Thokoza, un gueto de Johanesburgo, a quienes no hablaban zulú: 16 muertos. Al día siguiente siguió el ataque, que se extendió a Phola Park, un gueto aledaño de seres de aluvión que no tienen vivienda en Thokoza y viven en versiones de desecho industrial de las tradicionales chozas africanas, cubículos mínimos sin ventanas. La policía asistió de brazos cruzados a la incursión de los guerreros de Inkatha, que dejaron a su paso 20 muertos. Los de Phola Park dicen que mataron a un blanco que iba con los zulúes y que la policía recuperó el cadáver, lo que fue desmentido.Testigos presenciales de otros ataques hablan de acciones desarrolladas con precisión militar en operaciones de comando que no dejan más pistas que los casquillos de bala. El de la semana pasada al tren de Johanesburgo lo realizaron cinco hombres que no pronunciaron palabra durante el tiroteo, lo que ha llevado a algunos a pensar que podría tratarse de mercenarios angoleños o mozambiqueños que guardaron mutismo para evitar que se les identificara. Hay pruebas fehacientes de la implicación de grupos policiales clandestinos en escuadrones de la muerte, pero se desconoce hasta dónde llegan las responsabilidades por activa de las autoridades. Las matanzas favorecen a Inkatha que aparece como un potencial aliado del Gobiernoporque han hecho incuestionable su intervención con fuerte voz en las discusiones sobre el futuro del país, una vez que se presumiera. que el ANC iba a ser el único interlocutor.

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La guerra de los guetos

Esta violencia plantea al presidente Frederik de Klerk la negativa contrapartida de actuar como disuasoria de inversiones. "Podía permitir las matanzas en Natal sin mayores problemas pero una situación así en el corazón industrial y financiero del país es algo muy distinto", dice Graeme Simpson, de la Universidad de Witwatersrand. "Hay elementos del Estado, de las fuerzas de seguridad, que alientan el conflicto, pero no está claro que tengan que: ver con el Partido Nacional", del presidente. "Creo que De Klerk intentará controlarlo porque no procede del aparato el Estado como Magnus Malan, el ministro de Defensa, o el de Interior, Vlok". Parece que De Klerk tenía intención hace unos meses de destituir a ambos, pero un ultimátum del ANC exigiendo tales ceses le inmovilizó.

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