Hablar castellano en Cataluña
Hace poco más de un año que vivo en Cataluña, y quiero comentarle algunas observaciones. Existen unas situaciones aquí que, dado el número de personas en Cataluña cuyo vehículo de expresión cultural y sentimental es el castellano, en mi opinión no son saludables.Hiere sensibilidades el que el Gobierno de la Generalitat ponga sus anuncios sólo en catalán en diarios en lengua castellana, incluido EL PAÍS. Y que muchos (¿todos?) ayuntamientos de Cataluña, el de Barcelona incluido, hagan lo mismo.
También las hiere el que informaciones de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona en carteles, posters y anuncios en la vía pública en general estén sólo en catalán y que en las escuelas públicas, al menos en los primeros años, se enseñe sólo catalán.
O que la propaganda política preelectoral de casi todos los partidos se haga sólo en catalán. O que el boletín del Parlament de Cataluña no se publique en castellano, además de en catalán.
No es saludable tampoco que la televisión de la Generalitat y la del Estado no retransmitan simultáneamente sus programas en castellano y catalán, etcétera.
No me gusta la situación porque hace de los castellanohablantes de Cataluña ciudadanos de segunda clase, un apartheid lingüístico donde el castellano y el catalán no pueden ser vistos juntos en público, aunque no sea ésa la intención.
Me sorprende y me preocupa que esta situación no encuentre expresión política articulada y que no haya un debate enérgico, pacífico y abierto. Para abrirlo le escribo. Creo que será una sana canalización de las legítimas preocupa ciones de muchos ciudadanos que evitará que el tema caiga en manos de extremistas. La democracia requiere debatir abiertamente los temas más difíciles.
Quizá esta ausencia de debate es debida a la falta de tradición democrática del país, a las es tructuras familiares, educativas, burocráticas y políticas que todavía son autoritarias, con poco es pacio para el diálogo-
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