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40º FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA DE GRANADA

Dos estrenos y un ballet

'El diluvio de Noé', de Britten, inauguró las sesiones

El 40º Festival Internacional de Granada, iniciado el viernes, tuvo el jueves un preludio justo y bello: el concierto homenaje a García de Paredes, en el que conocimos una nueva obra del barcelonés Alberto García Demestres, Anochece en el alma, escrita en memoria de García de Paredes e interpretada por la orquesta de la ciudad que dirige Juan de Udaeta, con la colaboración solista de la estupenda soprano italiana Patricia Biccire y el compositor y tenor García Demestres.Se trata de una partitura de refinado aliento emocional, basada en dos poemas del granadino Antonio Carvajal, dedicados, respectivamente, a Manuel de Falla y a García de Paredes. La consideración físico-acústica del sonido individualizado se une a sus valores significantes y emotivos en un todo que transmuta en música los hermosos versos de Carvajal a través de un proceso inquisitivo y ambiental. La obra de García Demestres se eleva a modo de halo de los poemas dentro de una línea de sencillez que refleja el carácter humano del personaje recordado. Su viuda, Isabel de Falla García de Paredes, recogió las insignias de hijos adoptivos de la ciudad entregadas por el alcalde, Antonio Jara.

Antes, la bien escrita y romanticista Impresión nocturna, del gallego Andrés Gaos, en limpia y expresiva traducción, preparó el clima, y después escuchamos la denominada "versión de 1915" de El amor brujo, de Falla.

'El diluvio de Noé'

La inauguración del festival propiamente dicho tuvo lugar en el monasterio de los Jerónimos, con una sesión dedicada a los niños, en la que se escuchó El diluvio de Noé, deliciosa cantata o milagro de Benjamin Britten, estrenado en el Festival de Aldeburgh el año 1958, para cuya interpretación, bajo la batuta del maestro Josep Pons, se unió a la orquesta y solistas del conservatorio granadino una numerosa grey infantil procedente del colegio de la Presentación y de los Niños Cantores de Guadix, con el barítono Jerzy Artysz, la mezzosoprano Montserrat Pi y el poeta Antonio Carvajal, en los papeles de Noé, su esposa y el narrador, respectivamente. Intervinieron todos con propiedad, y Pons logró conjuntar voces e instrumentos con verdadera maestría y dentro de una tónica de naturalidad que añadió encanto a la partitura del compositor británico.En el teatro abierto del Generalife, los ballets de Montecarlo presentaron un programa del que emergió notablemente la versión de la Décima sinfonía de Mahler, según la coreografía de John Neumeier, uno de los pocos coreógrafos que, al modo de Balanchine o Béjart, hacen ballet musical en el espíritu y la letra, con lo que la música de MahIer cobró una plasticidad obediente a las sugestiones del color instrumental. Los ballets de Montecarlo, en sus solistas y su conjunto, hicieron viva poética de la danza y obtuvieron un éxito clamoroso. Los varios miles de asistentes al recinto que creara el arquitecto Prieto Moreno e inaugurara Margot Fonteyn anotaron en sus memorias una de las grandes noches del festival granadino, "fascinante aventura", como dice con acierto Franz de Ruiter, actual presidente de la Asociación Europea de Festivales Musicales, que fundó en Ginebra, hace 53 años, el humanista Denis de Rougemont.

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