A los cuarenta, viruelas
El próximo 2 de octubre Sting cumplirá 40 años. Han pasado 13 desde la aparición del primer disco de Police -Outlandos d'amour-, ocho del quinto del trío británico que fue su despedida (Syncronicity) y seis del comienzo de la trayectoria de Sting en solitario (The dream of blue turtles). Es una carrera tardía y no excesivamente dilatada pero tremendamente fructífera, fundamental para el pop de una época y con unos valores musicales de indiscutible proyección. Sting ha creado un estilo.El cantante, bajista y compositor de Newcastle (Reino Unido) ha decidido entrar en la cuarentena despojándose de lo superfluo. Detrás han quedado ambiciones no tan juveniles (Sting tenía 27 años cuando lanzó Police), esfuerzos por convertirse en el rey del espectáculo y toda la parafernalia que rodea a los ídolos del pop. Lejanas están también sus anteriores actuaciones en Madrid con pretensiones de grandeza en cuanto a medios técnicos y músicos.
Sting
Sting (voz, bajo), Dominic Miller (guitarra eléctrica), David Sancious (teclados, guitarra eléctrica), Vinnie Colaiuta (batería). 20.000 personas. Precio: 3.500 pesetas. Plaza de toros de las Ventas. Madrid, 8 de junio.
Apuesta por lo sencillo
Hoy, Sting apuesta por lo sencillo y la gira de presentación de su último disco, The soul cages, parece que quiere tender un puente hacia el futuro con pilares sustentados sobre valores estrictamente musicales.Plantado sobre un escenario de austeridad espartana, flanqueado por Dominic Miller (guitarra) y David Sancoius (teclados) y respaldado por Vinnie Colaluta (batería), Sting ofreció durante poco más de 90 minutos nada más y nada menos que sus canciones.
Una selección de un repertorio amplio, que alterna la introversión con la alegría, el lirismo con la tensión, lo evidente con el hallazgo. Desde la primera cancíón al All this time, el cuarteto mostró potencia, frescura, espontaneidad y capacidad para romper la estructura de los temas, introduciéndose en improvisaciones y ambientes diversos. Con una sensación de libertad interpretativa y agilidad en la ejecución y en los arreglos, Sting ofreció las claves de su estilo único.
Desde los tiempos de Police, sus canciones nacen de una simple nota pedal, consecuencia de su trabajo como bajista. Desde esta nota fundamental, que puede mantenerse a lo largo de cada tema sin alterar la comprensión armónica, Sting teje una sucesión de acordes de gran riqueza y complejidad, que con frecuencia buscan el descenso en semitonos y abundan en armonías menores para volver a la nota fundamental en el estribillo, retomar el acorde mayor y cambiar la melancolía por una alegría que lanza la canción a otro mundo diferente. Composiciones como The dream of blue turtles son significativas en este aspecto, y muestran ese estilo que barniza la música pop inmediata de un clasicismo intemporal y convierte a Sting en un músico capaz de desarrollar su carrera al margen de modas, sonoridades y estilos que buscan la permanencia a través de lo instantáneo. Como todos los buenos compositores, Sting no necesita ver ni escuchar lo que pasa alrededor para adaptar su música a lo que se lleva. Sus canciones siguen un camino propio, aún más atractivo por inimitable.
En Madrid, Sting no se contentó con esto. Rompió sus canciones cuantas veces quiso; introdujo elementos ajenos -If I were a carpenter, un éxito interpretado, por Bobby Darin en 1966-; creó, con desigual fortuna, tiempos muertos dentro de las canciones, en los que con frecuencia se detuvo en improvisaciones y puentes que no aportaban nada; intentó en esos puentes desarrollar ambientes que apenas añadieron ideas originales y que pudieron dar al traste con el recital, porque con frecuencia cayó en lo reiterativo.
Pero Sting es perro viejo, y mezcló cal y arena de tal manera, que, al final, pudo construir una buena actuación. A las canciones lentas, espesas y difíciles de su etapa en solitario siguieron recuerdos de Police en una muestra de habilidad para intercalar lo ignorado y lo conocido. Y llegaron temas como Roxanne, When the world is running down, King of pain, Walking on the moon, Every breath you take y Message in a bottle, en versiones muy alteradas respecto a su forma original. Temas conocidos y coreados se transformaron en canciones nuevas.
Unas más rápidas (Message in a bottle); otras, más lentas (Walking on the moon). Y Sting, muy bien de voz aunque sin alcanzar ese agudo limpio y perfecto de su primera época, y acompañado magníficamente por Miller, Sancious y Colaluta demostró su decisión de recuperar la esencia y la energía de aquellos tiempos para adelantarse a la vejez y al refrán con una cura de rejuvenecimiento: a los 40, viruelas.
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