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González inició su ofensiva para atraer a España la inversión japonesa

El presidente Felipe González inició ayer, secundado, por su ministro de Industria, Claudio Aranzadi, su ofensiva para atraer inversión japonesa a España argumentando que el enorme déficit comercial español con Japón debía ser en parte compensado con un incremento de los flujos de capital nipón hacia tierras españolas. "Hemos puesto el énfasis", afirmó el jefe del Gobierno al término de un almuerzo que ofreció a los diez líderes de las principales organizaciones empresariales, "en tratar de estimular la inversión y la transferencia tecnológica".

Aunque González llegó el sábado a Tokio, su visita oficial empezó ayer. Su primera jornada de trabajo era, en principio, la más política pero, aun así, los temas económicos acabaron imponiéndose. El presidente conversó durante 90 minutos, a través de un intérprete, con su homólogo, Toshiki Kaifu, al que recordó la legislación liberal y los indéntivos existentes en España para la inversión extranjera.El diálogo político estuvo casi exclusivamente dedicado, según señaló la ministra portavoz, Rosa Conde, a la situación en la URSS y en el Golfo y apenas se abordaron las dos cuestiones sobre las que González tiene un mayor grado de influencia: los contenciosos entre Japón y la Comunidad Europea y Latinoamérica, un continente en el que la reorientación de la política de cooperación de Tokio podría permitir a España fomentar proyectos de desarrollo, con financiación japonesa.

A Kaifu González le aconsejó, según fuentes japonesas, que no se preocupara excesivamente por la reacción de la opinion publica ante la creciente implicación de su país en operaciones de mantenimiento de la paz en Oriente Próximo. La experiencia española demuestra, le dijo, que, a lo largo del conflicto del Golfo,el pueblo ha ido comprendiendo mejor la política de solidaridad con la coalición antiiraquí.

La pasión por los 'bonsais'

Kaifu y González tuvieron la oportunidad de conocerse algo más cuando, acompañados por sus esposas y parte de su séquito, celebraron una cena tradicional japonesa, regada con vino francés, en el palacio de huéspedes de Akasaka. Su anfitrión nipon no resistió a la tentación y preguntó sobre el origen de la pasión del presidente por los bonsais. El huésped le contestó que los descubrió durante un viaje a China cuando aún no tenía ninguna responsabilidad gubernamental.Todos sus interlocutores, empezando por el ex primer ministro, Noboru Takeshita, alabaron ante González la pujanza de la economía española achacable a la estabilidad política del país y a la "laboriosidad" de los españoles. Acompañado por Aranzadi, González se entrevistó con el presidente de la empresa automovilística Nissan, Yutaka Kume, que le confirmó su propósito de invertir en España antes de 1996 150.000 millones de pesetas para elevar su producción hasta 165.000 vehículos anuales destinados en un 50% a la exportación.

El titular de Industria se reunió además con los vicepresidentes de las compañías electrónicas Nec y Toshiba, y con el director, de planificación de Toyota, el otro gran constructor automovilístico. A todos ellos les alentó a instalarse en España, lo que Nec planea hacer en asociación con la sociedad española Amper, mientras Nipon Denso, filial de Toyota, lo está aún estudiando.

Mientras se celebraban estas reuniones, la mujer del presidente, Carmen Romero, se fue de compras acompañada por las esposas de los embajadores de España en Tokio y de Japón en Madrid. En el Bazar Oriental, una tienda frecuentada por los turistas, compró una decena de pequeños artículos de artesanía que le parecieron muy caros. Almorzó después en un ryotei (restaurante elitista) y, acaso por encontrarse cansada, renunció a visitar un célebre templo meiji.

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