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Gorbachov quiere que Occidente financie su reforma económica con un nuevo Plan Marshall

La URSS desea una inyección de ayuda económica masiva de Occidente, una especie de nuevo Plan Marshall, que le permita llevar a cabo la transformación de su caótico sistema económico actual, basado en la centralización y el estatalismo, en una economía de libre mercado. Pero EE UU condiciona la concesión de esa ayuda económica, propia y de los países occidentales, a que Moscú ponga antes en vigor medidas concretas de liberalización económica. Este planteamiento, que recuerda el clásico "¿que fue antes, el huevo o la gallina?", ha quedado de manifiesto con motivo de la visita que actualmente realiza a Washington una misión soviética, compuesta por el primer viceministro, Vladimir Shecherbakov; el asesor del presidente soviético para temas económicos, Yevgeni Primakov, y el economista Grigori Yavlinski, cercano colaborador del presidente ruso, Borís Yeltsin.

La misión, que será recibida hoy por el presidente George Bush, se ha entrevistado con destacados líderes del Congreso, con el secretario de Estado, James Baker, y con el del Tesoro, Nicholas Brady. Su objetivo: convencer a los responsables de la Administración norteamericana de que la situación soviética es tan caótica que la URSS no podrá salir del pozo en que se encuentra por sus propios medios, por lo que necesita la ayuda de Occidente y, principalmente, de EE UU. Para ello, y en sus entrevistas en Washington, donde también se han reunido con responsables del Banco Mundial y del Fondo monetario Intenacional, los soviéticos han tratado de explicar a los norteamericarios el contenido de lo que Moscú califica de "programa revisado anticrisis, que, como su nombre indica, no es otra cosa que una revisión del plan económico presentado hace meses por el primer ministro soviético, Valentín Paulov.

'Oreja económica' de Bush

La posición norteamericana fue fijada el miércoles por Baker, tras recibir a los soviéticos en una entrevista a la que también la oreja económica de Bush y, presidente del consejo de asesores económicos de la Casa Blanca, Michael Boskin. "Estados Unidos está "muy interesado en apoyar las reformas políticas y económicas en la Unión Soviética", dijo el secretario de Estado. Para poner un pero a continuación. Pero "advirtió Baker, el primer paso debe darlo la URSS con la adcpción de reformas reales en su economía y con la utilización de incentivos para aprovechar el tremendo potencial y los considerables recursos que existen en el país".La posición de Baker fue coreada por el influyente congresista Lee Hamilton, presidente del subcomité para Europa de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Los soviéticos, dijo Hamilton, desean que la concesión de ayuda occidental coincida sirnultáneamente con la puesta en vigor de las reformas económicas necesarias. "Eso no es políticamente factible", afirmó. "Debernos adoptar medidas paso a paso y estar dispuestos a conceder algún tipo de ayuda una vez que [los soviéticos] hayan adoptado reformas específicas"", dijo.

Por su parte, Primakov, que puso de relieve que el plan presentado a los norteamericanos constituía sólo un borrador y no el texto definitivo, resumió el contenido de las nuevas reformas en los siguientes térrninos. El plan, dijo Primakov, "contempla principalmente la liberalización de la economía por medio de la privatización, desestatizacíón y liberación de precios, y el abandono de la estructura administrativa vigente".

Entre tanto, The New, York Times adelantó ayer el texto de una importante y reveladora carta dirigida por Primakov y YavIinski al Grupo de los Siete, que será publicado en el número de junio de la revista The International Economy y a cuyo texto ha accedido el periódico neoyorquino.

En la carta, que constituye un intento soviético más de que los siete inviten a Gorbachov a su cumbre de Julio en Londres, Primakov y Yavlinski pintan un sombrío panorama de la economía soviética, que, según ellos, se encuentra "alborde de la hiperinflación".

Para Primakov y YavIinski, una solución a los problemas soviéticos sólo puede encontrarse por medio de un compromiso recíproco de la comunidad mundial con las reformas soviéticas". Y a continuación piden la aplicación de un nuevo Plan Marshall para la URSS.

"La historia dernuestra que el éxito conseguido en la posguerra por Alemania y Japón y la reconstrucción económica de una Europa devastada por la guerra se conseguieron en gran medidas gracias a una infusión masiva de ayuda a esos países", dice la carta.

En opinión de los soviéticos, los peligros para el mundo de una desintegración de la URSS son obvios. "La ausencia de un poderoso Estado como la Unión Soviética en el continente euroasiático provocaría una serie de problemas geopolíticos gravísimos, agravados por una reducción natural del control sobre uno de los mayores arsenales nucleares del mundo".

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