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Felipe Gonzalez viaja hoy a Tokio para "vender" España como tierra de inversiones

El presidente Felipe González inicia hoy su segundo viaje a Tokio, con un triple propósito: alentar la inversión japonesa en España, incrementar la cooperación científico-técnica y reducir el déficit comercial español (331.000 millones de pesetas en 1990). Si el primero de sus objetivos parece a su alcance, el segundo es ya más difícil conseguirlo, y el tercero se asemeja a una quimera, según fuentes gubernamentales.

González, que empezará su visita con una estancia privada de 36 horas dedicada esencialmente al estudio de los bonsais (ver EL PAÍS del 22 de mayo), apenas tendrá la oportunidad de conocer a su homólogo nipón, el conservador Toshiki Kaifu, con el que sólo está prevista una entrevista de 90 minutos de duración, y a continuación una cena. Al presidente español le acompañan sus ministros de Industria y del Portavoz, Claudio Aranzadi y Rosa Conde, y por primera vez desde 1988, su esposa, Carmen Romero. En cambio, no forma parte del séquito el titular de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez.El ingreso de España en la CE supuso, en 1986, un fuerte incremento de la inversión japonesa en la Península, utilizada como plataforma para penetrar mercados en Europa. En 1987, el 5% de la inversión extranjera en España fue japonesa, pero ese porcentaje se redujo hasta menos del 2% en 1990. Ahora, cuando las empresas japonesas intentan mejorar sus posiciones en vísperas del mercado único europeo de 1993, conviene alentarlas a que se asienten de nuevo en Espana.

En este sentido se expresó Aranzadi cuando, en marzo de 1990, estuvo en Tokio, y acaba de hacerlo González en una entrevista concedida al diario económico nipón Nihon Keizai. El jefe del Gobierno reiterará su oferta, recalcando la idoneidad de España para acoger inversiones de alta tecnología en las reuniones que le organizará la semana proxima la Cámara de Comercio e Industria de Japón. Convencer, por ejemplo, a la empresa automovilística Matsuda de que opte por instalarse en España sería un auténtico hito.

Cuarto destino de las inversiones japonesas en Europa, justo detrás de Francia y por delante de Italia, España acoge hasta ahora a 149 empresas, de las que 64 fabrican en la Península. La inversión acumulada ronda los 160.000 millones de pesetas, y se concentra sobre todo en Cataluña, excepto las oficinas comerciales y la banca, cuyos 10 primeros representantes han empezado por instalarse en Madrid

Tecnología

Además de la inversión los acuerdos de cooperación económica e industrial pueden servir de cauce para lograr transferencias tecnológicas. De ahi que Aranzadi le propusiese en septiembre pasado a su homólogo Kabun Muto suscribir tal acuerdo, que González intentará ahora impuñsar. Inicialmente temerosos de que les roben sus secretos través de convenios, los japoneses parecen estar reconsiderando su postura y han negociado incluso uno con Italia que puede servir de ejemplo.Con su ingreso en la CE, España, excepto Canarias, dejó de beneficiarse del Sistema de Preferencias Generalizadas que le otorgaba Japón, y aunque obtuvo algunas ventajas arancelarias, su déficit comercial ha ido en auge, hasta alcanzar en 1990 la cifra récord de 331.000 millones de pesetas. Japón, sexto suministrador de España, le vende seis veces más de lo que le compra, según las estadísticas españolas, mientras las niponas insisten en que sus exportaciones sólo son 2,5 veces superiores a sus importaciones.

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Estas últimas consisten, ante todo, en crustáceos y moluscos, es decir, productos con un escaso valor añadido, y en obras de arte. Un cuadro de Goya vendido por un coleccionista norteamericano en Nueva York a un inversor nipón figura como una exportación española al Imperio del Sol Naciente.

Los informes de Exteriores y Comercio aconsejan que, durante la visita, González insista en la insostenible situación de desequilibrio comercial para España y en la enorme dificultad que supone la penetración de los productos españoles en el mercado japonés a causa de barreras no arancelarias, sino legales, como los contingentes a la importación y las medidas fitosanitarias.

Para compensar un poco esta desventajosa situación, no vendría mal que las empresas españolas arrancasen algún contrato. El que tiene más visos de salir adelante es la venta, por Esperanza y Cía, de miles de morteros al Ejército japonés.

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