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Un torero amanoletado

Palomo / Jiménez, Caballero, Chiquilín

Novillos de Palomo Linares (3o, protestado por afeitado, devuelto al corral), bien presentados aunque pobres de cabeza, varios sospechosos de pitones; flojos y mansurrones, en general dieron juego. 6o (se corrió turno), sobrero de Alcurrucén, con trapío de toro, flojo, bravucón. (La novillada anunciada de Auxilio Holgado fue rechazada en el reconocimiento).

Mariano Jiménez: estocada muy trasera caída -aviso con retraso- y tres descabellos (algunas palmas); pinchazo bajo, estocada atravesadísima que enhebra, pinchazo, estocada -aviso con retraso- y cuatro descabellos (silencio). Manuel Caballero: pinchazo y estocada corta escandalosamente baja (silencio); dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio). Chiquilín: estocada (escasa petición y vuelta); estocada corta trasera (palmas). Las cuadrillas hicieron el paseíllo ,descubiertas y se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del atentado de Vic.

Más información
Se reconocieron 19 novillos

Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 21ª corrida de feria. Casi lleno.

Chiquilín hizo un toreo amanoletado y pudo comprobarse que, al público, eso del amanoletamiento, le va. El público en general y la afición en particular están hartos del toreo de pico y pala, y como se ha podido comprobar que buena parte de los diestros y las figuras en su totalidad no están dispuestos a hacer el toreo auténtico ni por un triunfo en Las Ventas, ni por todo el oro que hay en el Transvaal, si llega un torero, y va, y se amanoleta, público y afición lo agradecen en el alma. La esperanza de la Fiesta, ahora mismo, es que los toreros se amanoleten aunque sea un ratito, en atrás de la variedad y con el objetivo final de que no perezca de puro aburrimiento.Para la inmensa mayoría de los espectadores, el toreo amanoletado es una novedad, porque jamás vio amanoletarse a nadie. Sólo los más viejos de la localidad lo recuerdan. El pionero del amanoletamiento fue -¿se lo podría imaginar alguien?- un tal Manolete, ídolo indiscutible de la década de los 40, llamado El Monstruo por los revisteros tremendistas de la época, que por distinguirse de los demás coletudos en el ruedo y revolucionar el cotarro, fue, y se amanoletó. Quiere decir lo anterior que su concepción personalísima del toreo consistía en torear de perfil, la muleta retrasada, y esta modalidad causó gran conmoción en las masas a la vez que provocaba tremendos disgustos entre los aficionados coetáneos, de lo cual aún no se han recuperado. Sin ir más lejos, a don Mariano le queda un trauma incurable de aquella década amanoletada, y cuando ayer vio amanoletarse a Chiquilín, se le revolvieron viejas desazones, memorables berrinches, y le pudo dar un síncope.

El amanoletamiento tuvo ¡mitadores, pero pocos y por no mucho tiempo, porque si los públicos habían celebrado que Manolete se amanoletara, a los demás no se lo consentía ni con recomendación del Pardo, y de lo que opinaban los aficionados ya se ha hecho mención. De manera que la lidia amanoletada fue proscrita y nunca jamás volvió a saberse de ella. Mientras tanto, unos diestros practicaban el toreo puro, otros el impuro en distintos grados, y por la propia evolución de las cosas se llegó a una materia híbrida -aquello del pico, fuera-cacho, suerte descargada- que ha estado vigente durante muchos años y matando de aburrimiento al personal.

Cruel destino

Todo cuanto queda dicho, hasta la irrupción de Chiquilín en la fiesta. Como Manolete era de Córdoba y él también lo es, no cabe duda de que esta curiosa coincidencia constituye motivo suficiente para que no le quede otro remedio que amanoletarse. Cruel destino. -amanoletarse sin remedio- de Chiquilín, pues no todos los toros permiten que les amanoleten, ni que el amanoletador se les vaya de rositas. Por ejemplo, Chiquilín le hizo al tercer novillo una procedente faena amanoletada, que gustó al público por la novedad de ese toreo peculiar y la espontánea frescura con que lo interpretó. Llega a depurarlo un poquito más, y habría alcanzado el triunfo. En cambio, el sexto, un ejemplar con trapío de toro, corto de embestida y un poquito áspero, aunque precisaba otra técnica quiso aplicarle la amanoletada faena anterior, tal que ni calcada, y puso en serio riesgo su respetable persona. Si salió con bien Chiquilín, esa suerte tuvo, porque el novillo le tiró unos cuantos derrotes para que no se le fuera de rositas, y aquello pudo acabar como el rosario de la aurora.

Otros distintos estilos de toreo hubo en la tarde. Marlano Jiménez ensayó el clásico, con ladebida apostura y buen corte torero, aunque no acertó a encontrar la distancia y el temple que necesitaban sus novillos. Manuel Caballero ejecutó el de pico y pala, el fuera-cacho con la suerte descargada que ya tiene harta a la afición. Pues, en efecto, habrá sido Caballero artífice exquisito del toreo auténtico hace bien poco, pero su ambición es llegar a figura, y lo que entre figuras se lleva es no cruzarse con los toros, no adelantar el engaño y presentarlo plano, no cargar la suerte, no ligar los pases, ni por un triunfo en Las Ventas ni por todo el oro que hay en el Transvaal. Y Manuel Caballero no iba a ser menos, por favor. Por eso, cuando llegó Chiquilín y se amanoletó, el público quedó gratamente sorprendido con esta novedad, y hasta le supo a gloria.

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