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El español, cada vez menos trabajador, más racista y más permisivo en lo privado, según un estudio

El español cada vez encuentra menor justificación en el trabajo. Sólo el dinero. Ecléctico y más permisivo que hace 10 años, se declara católico y a la izquierda política de sus colegas europeos, pero no practica. Como ellos, experimenta un alza en los sentimientos racistas. Así lo retrata el informe Los nuevos valores de los españoles, realizado por el sociólogo Francisco Andrés Orizo y patrocinado por la Fundación Santa María. La conclusiones que la sociedad española es "menos viva, menos movilizante y más inserta en la rutina", lo que la convierte en la más desapasionada de Europa.

El informe, presentado ayer, forma parte de la Encuesta Europea de Valores 1990, promovida por el Grupo Europeo de Estudio de Sistema de Valores (EVSSG), una fundación de carácter benéfico docente con sede en Holanda. Se trata del segundo estudio de este tipo impulsado por esta institución desde 1981. El trabajo de campo se realizó en mayo de 1990, simultáneamente en 10 países europeos, y, en España abarcó a una muestra de 2.637 personas mayores de 18 años.A lo largo de sus nueve capítulos se comprueba que, a diferencia de 1981, hoy la población elige la libertad sobre la igualdad (un 43% frente a un 38%). Se defiende por encima de todo la propiedad privada. Se admite que la competencia es buena, que los parados deben aceptar cualquier trabajo o bien perder el subsidio, y que el trabajo duro, independientemente de la suerte, proporciona una vida mejor.

Sin embargo, cada vez se encuentra menor justificación en el hecho de trabajar. "Se han alejado los objetivos de autorrealización en el trabajo", dicen los autores de la encuesta.

Contrato comercial

La figura del workaholick (adicto al trabajo) no parece ajustarse a los patrones ibéricos. Solo un 39% de los españoles del noventa se siente comprometido con su trabajo. El resto, o lo coloca en un lugar muy secundario (un 17%), o declara abiertamente que no trabajaría si pudiera (un 30%). El 4% restante lo considera un contrato comercial: "Cuanto menos me pagan, menos hago", declaran. Tampoco se siguen ya las órdenes ciegas del superior. El 46% está dispuesto a discutirlas.Según revela el informe, aumentan progresivamente las actitudes discriminatorias de la sociedad española hacia drogadictos, alcohólicos y población marginada en general. También el racismo, todavía a la cola de Europa, pero con tendencia alcista, especialmente con los musulmanes. Si hubiera escasez de trabajo, antes un varón hispano que un inmigrante o a una mujer, admiten.

El porcentaje de la población española que se confiesa católica ha descendido del 90% en 1981, al 86% en 1990, si bien la mayoría admite no participar en los ritos, salve, en caso de celebrar los bautizos, el matrimonio y la muerte (el 75% está a favor). "La religión se ha desritualizado y han perdido fuerza sus instituciones. Se ha reservado al terreno de las conciencias", señala la encuesta. Un dato reafirma este hecho: casi el 60% de los españoles dice que "lo que es bueno o malo depende completamente de las circuristancias" y especialmente si se refiere al ámbito de lo familiar y privado. Así se explica que se justifique más el aborto, el divorcio, la eutanasia y la homosexualidad que la deshonestidad de los políticos, el terrorismo, el robo o la drogadicción. Se toleran menos que en 1981 trangresiones a la moral familiar, como las relaciones sexuales entre menores o las aventuras extraniatrimoniales. La infidelidad o la existencia de malos tratos se esgrimen en defensa del divorcio.

"Las aguas soclales que discurren entre las emociones [de los españoles] se han aquietado y en algunos casos remansado o estancado", concluyen los autores del informe tras verificar que al 64% de la población la política le produce sentimientos de "indiferencia, desconfianza y aburrimiento" y cada vez está menos dispuesta a asociarse o emprender acciones relvindicativas. Un cierto desencanto justificaría que más de la mitad de la población afirma que, si el Gobierno aprobara una ley injusta, no se podría hacer nada al respecto.

El orgullo nacional está por encima de la media europea, pero en el momento de la encuesta, antes del conflicto del Golfo, ya había bajado del 53% al 43% el número de dispuestos a luchar por la patria respecto a 1981. La enseñanza es la institución que mayor confianza infunde a los españoles, seguida de la Iglesia y la policía.

"Disfrutamos menos, pero también sufrimos menos, como los santos inocentes", concluye el informe. En torno al 80% de los españoles se siente feliz y satisfecho con su vida. Lo que rompe con el viejo molde trágico de la existencia, que ahora se concentra mayoritariamente en un elevado pesimismo sobre el futuro de la naturaleza.

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