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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Choques en Corea

LA CRISIS política que se desarrolla en Corea del Sur es consecuencia directa de más de un mes de manifestaciones estudiantiles, con fuertes choques con la policía. Todo empezó con la muerte de un estudiante a causa de las torturas a las que estuvo sometido por un aparato represivo al que no han llegado los cambios democráticos iniciados en 1987 por el presidente, Roh Tae Woo.Los casos de autoinmolación de estudiantes -por lo menos siete- han impactado profundamente a la opinión pública. La indignación de la juventud coreana contra el Gobierno crece a horas' vista. Y no se trata sólo de acciones juveniles: entre los trabajadores, incluso entre las capas medias, existe un profundo desencanto a la vista de los efectos del cambio democrático de 1987. Los resultados no son los esperados. La corrupción sigue imperando en las altas esferas del poder. La situación económica es mala. Y muchos dirigentes políticos -heredados de la anterior etapa dictatorial- carecen del talante liberal y democrático que debería caracterizar a los nuevos gobernantes.

El presidente Rae Tae Woo ha logrado una apertura efectiva en el terreno de la política exterior, con sus entrevistas con Gorbachov y la mejora sustancial de sus relaciones con China. Esos pasos suponen una presión seria sobre Corea del Norte, cada vez más amenazada de total aislamiento si no avanza con más flexibilidad y dinamismo en las negociaciones entre las dos Coreas, que parecen eternizarse en torno a puntos de detalle o de protocolo, sin resultados concretos. Pero si el presidente Roh ha actuado con audacia en sus relaciones con la URSS y China, el momento presente pone de relieve que tiene enormes dificultades para responder de modo positivo, dentro de su país, a los anhelos de auténtica libertad política que domina en la Universidad. Y que se extiende a otros sectores de la sociedad.

Mientras el movimiento estudiantil concentraba sus ataques contra el primer ministro Ro Jai Bong, haciéndole responsable de la represión brutal que se había desencadenado, el presidente de la República se solidarizaba con la política represiva y mantenía al primer ministro en su puesto contra viento y marca. Tal cerrilismo sólo podía elevar la tensión de los universitarios y fomentar protestas y manifestaciones aún más masivas. Por fin, el 22 de mayo, el primer ministro dimitió de modo irrevocable: se dio cuenta de que tal paso era ineludible para evitar males mayores. Pero el presidente Roh no ha sabido aprovechar el momento para dar un giro liberalizador a su política: ha escogido como nuevo primer ministro a Chung Won-shik, antiguo ministro de Educación, odiado por los estudiantes por ser él quien prohibió en su día el sindicato universitario. Consecuencia: las manifestaciones continúan, y ni siquiera las medidas de amnistía a favor de ciertos presos políticos han ayudado a frenarlas. La protesta estudiantil indica que el equipo político que rodea al presidente de la República, aunque gobierne en un marco más democrático, sigue lastrado por hábitos autoritarios del pasado que provocan la legítima repulsa de los estudiantes.

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