La crisis económica potencia el protagonismo religioso en las elecciones indias
La democracia más poblada del mundo, India, inicia hoy unas elecciones generales que concluirán el domingo. Un total de 520 millones de votantes elegirá a lo largo de esta semana un Lok Sabha (Parlamento) que puede cambiar la faz del país. Ante la gravedad de la crisis económica, que exige medidas quirúrgicas, sea quien sea el ganador, la cuestión religiosa ha visto potenciado su protagonismo. El Gobierno ha movilizado a un millón de soldados para proteger los comicios y el toque de queda se ha implantado en regiones y ciudades conflictivas, donde se siguen produciendo muertos durante la campaña electoral, los dos últimos, ayer, en el Estado e Uttar Pradesh.
El Partido del Congreso de Rajiv Gandhi, unido a la historia de la India independiente y de vocación originalmente laica, y el conservador de base hindú Baratiya Janata (BJ), encabezado por Lal Lrlshna Advani, se disputan el poder.Las flores de loto, símbolo de Baranya Janata, dibujadas en cualquier esquina de la capital, Nueva Delhi, revelan que algo está cambiando en esta nación que se independizó del Imperio británico en 1947 bajo los principios de laicismo y socialismo.
Los problemas económicos que atraviesa India son tan graves que ningún partido se atreve a afrontarlos por las medidas tan impopulares que exigen y, por el contrario, recurren a la religión y a las castas para atraerse el voto de las masas", señalan fuentes diplomáticas occidentales.
Timbales, elefantes, flores, pétalos de rosa... todo el colorido y la parafernalla de este país profundamente caótico y religioso, se ha puesto en juego nuevamente para tocar el alma, que no el bolsillo, de los indios. En el nombre del dios Ram, el BJ llama a la mayoría hindú, el 82% de la población, y aunque no parece probable que llegue a formar Gobierno nadie pone en duda que se ha convertido en la segunda fuerza política del país.
El triunfo del BJ es precisamente ése. Hasta ahora, el destino de India ha estado práct*camente en manos de un solo partido, el del Congreso. La política se ha hecho siempre a favor o en contra del Congreso. Las dos veces que éste perdió el poder, en 1977 y 1989, fue por un voto de castigo, y los Gobiernos de coalición formados por una multitud de partidos tuvieron que convocar elecciones anticipadas en ambos casos en menos de dos años.
En esta campaña electoral otra invocación religiosa hizo temblar los cimientos de la gran mezquita de Nueva Delhl. El imam Syed Abdulá Bukhari se dirigió a los 4.000 fieles que atendían a la oración del viernes y les dijo que nunca comprendería a quienes apoyan a un partido que oprime a los musulmanes. El imam no pidió directamente el voto para el Janata Dal, del ex primer ministro Vishwanath Pratap Singh, pero sus palabras han llegado hasta el último de los 110 millones de musulmanes que habitan en India.
La fuerza del Janata Dal
Aunque serán muchos los musulmanes que ante la posibilidad de un voto perdido voten al Congreso, el Janata Dal es una fuerza a tener en cuenta en todo el norte de India, la zona más pobre y densamente poblada. Su intento, durante los 11 meses que permanecíó en el poder (diciembre de 1989 a noviembre de 1990), de establecer un sistema de cuotas en la Administración del Estado para las clases más favorecidas, abrió la caja de Pandora de las raíces más profundas del pueblo indio: las castas.
El Gobierno de Singh terminó sufriendo un colapso a consecuencia de las decenas de estudiantes de las castas superiores, especialmente brahmanes y kshatriyas que se prendían fuego en protesta de su política, pero el Janata Dal se ha asegurado con ésta un gran número de votos, en los estados de Uttar Pradesh y Bihar.
A pesar de ello, parece impensable que Singh vuelva a ocupar la jefatura del Gobierno.
En los sondeos de opinión Rajiv Gandhi, líder del Congreso, aparece en el primer puesto de preferencia indio, con entre 6 y 10 puntos de ventaja, según las diferentes encuestas, sobre Lal Kirishria Advani, líder del BJP.
Hasta un 24% de los indios aplauden la gestión de Chandra Shekhar, actual primer ministro y dirigente de un minúsculo grupo extinguido del Janata Dal, mlentras que sólo alrededor de un 6% se manifiesta a favor de Singh.
En cuanto a los principios socialistas defendidos por los padres de India, el mahatma Gandhi y Jawaharal Nchru, todos los políticos, desde los comunistas hasta la extrerna derecha del Shiv Sena, coinciden, al menos en privado, en que han hecho agua, pero hasta el momento nadie se ha declarado dispuesto a ponerle el cascabel al gato, a pesar de que la primera preocupación de los indios es la galopante inflación en el país.
El cascabel y el gato
"Hay que acabar con los subsidios, subir los precios, devaluar la. rupia y poner orden en la Adrninistración, pero ¿quién va a defender estas medidas totalmente impopulares en una campaña electoral? ¿Quién sigue creyendo tras la caída del muro de Berlín que el socialismo funciona?", se pregunta un comerciante.
La prensa, los intelectuales, los industriales y los obreros, todos los indios saben que se encilentran en un momento crucial de su historia y que lo que salga de estas elecciones supondrá una "revolución más o menos pacífica".
La violencia extrema que ha sacudido India durante la campaña electoral - un centenar de rriuertos- aconsejó celebrar las elecciones en tres días distintos a lo largo de esta semana hoy, el jueves y el domingo- para perniltir el traslado de las fuerzas del orden de un Estado a otro.
El recuento de votos, sin embargo, no comenzará hasta el Iiines.
En Assam y Punjab se celebrarán el 6 y el 22 de junio, respectivamente, ya que se requiere una dotación extraordinaria de fuerzas de seguridad para evitar que los terroristas realicen una matanza de votantes.
Medidas de excepción han sido adoptadas en diversos Estados, como la prohibicíon total de venta de alcohol entre el 18 y el 31 de mayo en las zonas del Norte donde han sido asesinadas un gran número de personas.
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