_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nada más que marginados

La exclusión en la vida ciudadana de una gran urbe no sólo se produce en las zonas marginales. También en los centros este fenómeno se produce con frecuencia. Esta reflexión lleva al articulista a pensar que la vida del hombre y de la mujer se reduce a participar en una especie de gran bingo.

A muchos, aunque no piensen ustedes que a tantos, les importan todavía las existencias atrapadas no sólo en lo económico, sino también en el coste psicológico de esa exclusión que inexorablemente les llevará a la autoexclusión.Se trata de esas personas a quienes ya ni siquiera una geografía les identifica externamente. Pues si Caño Roto, Hormigueras, Pozo del Huevo, La Celsa, San Fermín, Los Focos, La Viña, etcétera, eran parte de ese mapa de la marginación, el anonimato del centro de la gran urbe -lujosa hasta el despilfarro- es ahora el lugar que traspasan o donde anidan, sin que su vertiginoso ritmo caiga en la cuenta de su desconcierto y desorientación.

Hasta a una de sus herramientas para las causas perdidas -su lenguaje- se la ha comercializado bajo etiquetas como lenguaje cheli, o frívolamente la utiliza cualquier estudiante pijo en el instituto de bachillerato Cardenal Cisneros. No cabe duda alguna que donde se confunde la noticia con lo cierto se confunde la información con el saber.

Si bien se mira, pueden tener parte de razón cuando afirman que éstos son víctimas del sistema; pero olvidan que ellos lo son en cierto modo. Es peligroso olvidar que nuestro tiempo se ha modulado para la confusión, donde para unos y otros la pérdida más lamentable es la pérdida de la afectividad.

A nuestros abuelos les escandalizaba cualquier cambio: las cosas había que dejarlas como estaban. En cambio, al hombre de hoy le parece algo Impropio el que no haya transformaciones. Nadie conoce hoy el reposo.

El hombre y la mujer de la gran urbe han reducido la vida humana a un gran bingo, donde la libertad y la responsabilidad son desconocidas. Aunque después se proclame al unísono que al ser humano hay que rodearlo de otros sentimientos.

La gran urbe no tiene tiempo para pararse a pensar en las repercusiones de todo esto, aunque terminen siempre sobrecargando a los más débiles. En ella, por el mero hecho de existir, se piensa. que todos tienen derecho a cuanto ofrece la propaganda. Y así ataca a quienes no agradecen lo que no tienen y no inculpa a nadie de cuanto carecen.

Autoexclusión irremediable

Tampoco tiene tiempo para interesarse por ese sutil proceso que lleva a unas personas que un día se sienten excluidas a una irremediable autoexclusión. La marginación avanza inexorablemente. Y la memoria social se ha convertido en olvido autocomplaciente.

¿Pero todo esto para qué? Para los náufragos son siempre útiles las redes. Y además todo seguirá como ayer.

¿Cómo, airados, otros solicitarán más dinero al Estado protector? ¿Es que ven ustedes menos marginados en Madrid? ¿Cómo surgen tantos portavoces de las causas perdidas, si ni del que tengo al lado me hago eco? ¿Alguien me puede decir cuántos años tienen que pasar para que ciertas instancias contesten a las demandas formuladas?

Pedir unión sería una demagogia imperdonable, cuando la desgracia poseída es su fuerte. Tampoco entenderán ya su impotencia desoladora cualquier iniciativa ingenua.

Callada y oscura, su vivencia me dicta: todo está bien. Con su cadencia inevitable y fatal, todo seguirá así, irreparable, inalterado.

es escritor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_