Tragedia armenia
TROPAS SOVIÉTICAS -del Ejército y del Ministerio del Interior- están llevando a cabo operaciones brutales contra una serie de aldeas de Armenia situadas en las cercanías de la frontera de este país con Azebaiyán. El presidente armenio, Ter-Petrosián, ante el fracaso de la conversación celebrada con Gorbachov, habla de "guerra no declarada" contra su país. Palabras tanto más significativas si se tiene en cuenta que el nacionalismo armenio se ha caracterizado hasta ahora por una actitud moderada y una voluntad constante de dialogar con Moscú.El Gobierno soviético justifica su acción militar señalando que se trata de aplicar un decreto presidencial de julio del pasado año por el que se ordena el desarme de los grupos de civiles. Alega en defensa de la decisión el que las aldeas atacadas son bases de grupos nacionalistas armados, explicación que prescinde del problema de fondo. Cuando la perestroika permitió a los armenios manifestar sus anhelos, surgió en primer plano el problema de Nagorni Karabaj, región habitada por armenios, pero incluida en la República de Azerbaiyán. Manifestaciones multitudinarias pidieron que se rectificase esa injusticia histórica, lo que creó una gran tensión entre armenios y azeríes. Incapaz de arbitrar una solución, el Gobierno soviético tuvo que inventar una solución peculiar, colocando la zona en disputa bajo la administración directa de Moscú y anulando de hecho, si bien no de derecho, su dependencia de Azebaiyán.
Durante los últimos años, Nagorni Karabaj -y otras zonas donde se mezclan poblaciones armenias y azeríes- ha sido teatro de una guerra civil larvada: se han creado grupos armados y los choques han sido frecuentes. Es una situación que sólo puede mejorar mediante una negociación y un proceso gradual de apaciguamiento moral y político, con la participación de las dos partes. Sin haber fomentado en serio iniciativas pacificadoras, ¿qué sentido tiene que ahora las tropas soviéticas quieran desarmar a los armenios con acciones de guerra contra numerosas aldeas?
Todo parece indicar que Moscú adopta una posición favorable a Azerbaiyán como premio a la actitud de esta república, que ha aceptado el Tratado de la Unión propuesto por Gorbachov. Mientras, Armenia se pronuncia por la independencia, si bien -a diferencia de Georgia o los países bálticos- acepta el camino fijado por las leyes soviéticas para lograrla.
El dilema surge ante la posibilidad de que el responsable máximo de la dramática situación sea el propio Gorbachov, Si así fuera, quedaría malparada su línea negociadora, plasmada en el reciente acuerdo con Yeltsin y los presidentes de otras repúblicas. Si, por el contrario, Gorbachov se limitara a responsabilizarse de las decisiones adoptadas por los militares autónomamente -como dio a entender el presidente armenio-, los motivos de inquietud serían mayores.
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