El oratorio 'Josué' inauguró el nuevo Palacio de Festivales de Santander
El Palacio de Festivales ya es una realidad en Santander. Desde que se iniciaron, en 1952, los ciclos de la plaza Porticada se hizo patente la necesidad de un local adecuado para albergarlos, agudizada luego por la dernolición del antiguo teatro de Pereda.
El año 1986, el arquitecto Javier Sáenz de Oiza comenzó el palacio, inaugurado el lunes con un concierto programado con mayor rigor de selección que intención multitudinaria. Fue interpretado, con carácter de estreno en España, el oratorio de Hándel Josué por el King's Consort.Como primera música sonó el himno cántabro de Guerrero Urresti e inmediatamente seguimos las mil maravillas que la formación barroca británica logra de Josué, desde una autenticidad ideológica, estilística e instrumental admirables. Un contratenor fuera de serie, James Bowman; una excelentísima soprano, Gillian Fisher, y un no menos admirable bajo, Michael George, junto a un tenor de más bajo nivel, Joseph Cornwell, hicieron la versión demandada por Robert King con tantos méritos que el resultado constituyó un éxito.
Sáenz de Oiza es un arquitecto polémico, precisamente por esa originalidad. Pero debe reconocerse la belleza del palacio santanderino, tanto en la sala -grandiosa, con esos cuatro pisos de columnas en rojo sobre sustentaciones en azul- como en la imagen exterior, que posee todos los elementos precisos para su integración en los perfiles de la ciudad.
La acústica es clara, transparente y efusiva; el sonido se refleja y corre con naturalidad, y el gran trapecio transparente que permite la contemplación de la bahía desde el interior queda cubierto en casos como el del concierto inaugural por una caja acústica variable. La escena, de 580 metros cuadrados de superficie y 28 de altura, dispone de plataformas giratorias y elevadores hidráulicos, y el coste total, incluido el equipamiento y el acondicionamiento del entorno, rebasará los 7.000 millones cantidad elevada frente a construcciones anteriores, pero reducida si se compara con los 70.000 Millones de la ópera de la Bastilla de París. Sáenz de Oiza, que asistió a la inauguración con natural nerviosismo, dialogó con todos para insistir en lo ya sabido: las mil incidencias de ese gran instrumento que es una sala de conciertos hasta que queda perfectamente afinado.
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