"La música clásica tiene que ser divertida"
"Es difícil saber con exactitud cuáles son las razones de este boom actual", dice Norrington, "pero a mí me parece que coinciden dos aspectos: las partituras se tocan hoy con mucha exactitud, y el tiempo transcurrido desde los orígenes de esta práctica ha llegado a poner a punto el camino de aceptación".Tras sus estudios de canto, violín, literatura inglesa, dirección de orquesta, composición e historia de la música, Roger Norrington (Oxford, 1934) creó el Coro Schutz en 1962 y se mantuvo al frente de la ópera de Kent durante 15 años a partir de 1969. "La experiencia del Coro Schutz me sirvió para profundizar en el periodo musical de los siglos XVI y XVII Monteverdi, Gabrielli. En cuanto a la Opera de Kent, las innovaciones que introdujimos se basaban en un repertorio que utilizaba a Mozart como centro y punto de equilibrio. A Mozart lo complementábamos con Monteverdi, Cavalli o Gluck por delante, y con algún Verdi (Rigoletto, Traviata, Falstaff, no Aida, desde luego), Chalkovski (Oneguin) y los compositores ingleses modernos, Britten y Tippet, en los periodos históricos posteriores. Actuamos en giras por pequeños teatros no habituales -Cambridge, Oxford-, con una orquesta reducida y jóvenes cantantes. Las óperas se cantaban siempre en inglés y tenían un planteamiento casi camerístico. Wagner o Puccini eran insoñables", afirma el director inglés.
En 1978 Norrington fundó The London Classical Players a partir de The London Baroque Players. "Nuestra intención es ofrecer una mirada de época, pero desde el presente", reitera varias veces el director. Tras los barrocos o Mozart, la revisión llegó a Beethoven, Berlloz, Shubert, Shumann, Mendelssohn, y en septiembre saldrá al mercado un disco de Brahms. "Es el punto final de una evolución, pues Brahms supone el último eslabón de una tradición clásica que tiene continuidad desde el siglo XVIII, dice Norrington. Las características fundamentales que destaca Norrington en su aproximación a Mozart se basan en el color, tiempos, fraseo, humor, gesto y carácter danzable. "Trato de reproducir lo que escribió el compositor con la máxima Fidelidad, tanto desde el punto de vista de la instrumentación como del acercamiento metronómico a los tempos de la época. La música clásica tiene que ser divertida, debe contagiar vitalidad. En el XVIII, toda la música era danzable. Hay que recuperar esa alegría espontánea de sentir las vibraciones musicales desde los pies".
Escuchando a Norrington tararear las arias de Susana a ritmo de minueto o de Fígaro, en contradanza, de Las bodas de Fígaro, o las diferentes llustraciones de forma de fraseo, uno se da cuenta de lo difícil que es transmitir con exactitud una conversación musical sin reproducir el sonido. Norrington entona frases, gesticula, canta, bromea. En un momento, su discurso adquiere tintes shakespearlanos: "En el fondo, lo que trato es de humanizar la música que hago, buscando la naturalidad en la construcción de las frases por encima de los efectos, arropando y complementando a los instrumentos en la colocación de la orquesta, dando tiempos más ágiles que los acostumbrados. Todos estos conceptos están en las partituras. únicamente hay que sacarlos a la luz y reproducirlos con una chispa de humor".
Babelia
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