El mundo de los sueños de Breton se muestra en el Centro Pompidou de París
André Breton, el apóstol del surrealismo, será el huésped de lujo del Centro Georges Pompidou en lo que queda de primavera y en el próximo verano. Ayer fue inaugurada en el centro parisiense una gran exposición que permite visitar el mundo de Breton a través de 530 piezas y recorrer con la mirada del poeta el universo surrealista y, en general, el del arte de vanguardia de la primera mitad de este siglo.
Se trata de una muestra de máscaras africanas, mexicanas y asiáticas, objetos inverosímiles, libros, revistas, carteles y manuscritos, fotos de Man Ray y de Brassai y cuadros de Picasso, Braque, Duchamp, Max Ernst, Dalí, Miró, Matis se, De Chirico y otros pintores que fueron amigos o compañeros de viaje de Breton.Si algún hombre ha influido decisivamente en la evolución del arte de nuestro siglo, ése ha sido Breton. Más que un poeta, Breton fue una especie de santón que durante los años veinte y treinta se convirtió en el depositarlo del sello de la modernidad. Hasta Picasso, el pintor que por sí solo llenó su tiempo, fue feliz al recibir la consagración de las manos del Papa del surrealismo.
La exposición del Pompidou podrá ser vista el próximo otoño en el Centro Reina Sofía de Madrid. El artista fue un gran coleccionista de todo tipo de objetos evocadores. Su casa almacenó piezas de artesanía, telas de maestros, objetos encontrados al azar, manuscritos, fotografías de amigos y un sinfín de cosas cuyo secreto hilo común era la pertenencia a un mundo mágico, el mundo que él vinculaba al poeta maldito Lautreamont. El hallazgo durante un paseo por la calle el sueño, el duermevela, la hipnosis, el psicoanálisis, la conversación en un café, el consumo de drogas, la mitología y la escritura o pintura automáticas fueron otras tantas técnicas propuestas por Breton para acceder a una realidad superior.
André Breton, autor de libros de poesía como Nadja, Los vasos comunicantes y El amor loco, comenzó a construir su mundo en los años que siguieron a la I Guerra Mundial en base a las influencias del escritor Guillaume Apollinaire, el cubismo de Pablo Picasso, el movimiento dadá animado por Tristan Tzara y el psicoanálisis de Sigmund Freud.
En 1924 se sintió lo suficientemente fuerte como para lanzar su propio movimiento, el surrealismo, al que pronto se adhirieron los escritores Aragon, Eluard, Soupault y Desnos, los pintores Dalí, Miró y Ernst, el fotógrafo Man Ray, el cineasta Buñuel y muchos otros de los espíritus más rebeldes de aquellos tiempos.
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