Ganó Córdoba
Torrestrella / Caballero, Finito, ChamacoNovillos de Torrestrella (sexto, sobrero), terciaditos, gachitos, flojitos, pastueñitos. Manuel Caballero: tres pinchazos, estocada delantera y descabello (aplausos); estocada (ovación y salida al tercio). Finito de Córdoba: estocada corta trasera (oreja); pinchazo y media descaradamente baja (oreja); salió a hombros. Chamaco: estocada trasera baja (oreja); estocada y dos descabellos (aplausos y saludos). Plaza de la. Maestranza, 20 de abril (mañana). Decimocuarta corrida de feria. Cerca del lleno.
Una cuestión hegemónica se dilucidaba en la novillada matinal entre la Córdoba de Finito y la Huelva de Chamaco. Ganó Córdoba. ¿Por cuánto? Por 2-1. Dos orejas para Finito, una para Chamaco. O sea, que estaba claro: números cantan.
No tan claro, sin embargo, teniendo en cuenta que el toreo no se guía por las reglas de Pitágoras, sino por las de Cúchares, Pues Chamaco lo interpretó exquisito, y ése es sumando que se debe elevar al cubo. Chamaco le hizo al tercer novillo lo que un novillero sensato debe hacer cuando el novillo es una mona: darle la importancia que tenía, ni ocurrírsele fingir que se iba a inmolar frente a la fiera corrupla y embarcarlo con delicada templanza. Reunido en el centro del redondel con el simiesco especimen, Chamaco de Huelva citaba de frente, presentaba la muletilla, tiraba suavecito y mandaba largo mientras giraba relajadamente la cintura, todo ello ajustado a cánones, dogmas y liturgias taurinas preconciliares.
Finito de Córdoba desparramó afanoso su pundonor por el rubio albero de la Maestranza, y la verdad es que no era para tanto. Al contrario que Chamaco, sí daba importancia a los especímenes simiescos, se la daba él mismo, y cuajó abundantes redondos y naturales de buena factura, aunque no tanta como las excelentes trincherillas o los toreros ayudados a dos manos arqueando la pierna. Esos muletazos fueron auténticamente buenos, y mejores aún los lances a la verónica con que meció el saludo a su primer novillejo.
Manuel Caba.llero buscaba toro y no lo encontraba. A estas alturas de su bien aprendido oficio, los especímenes simiescos no le servían para nada, excepto para darles pases sin convicción. Al sexto, sobrero fofobrocho-mocho, le toreó Chamaco de Huelva muy desangelado y perdió allí la partida. En realidad ya la tenía perdida desde un principio, pues en la plaza había más cordobeses que onubenses. Los cordobeses llegaron con moral de victoria, presenciaron eufóricos la novillada, pidieron rnúsica y orejas para el titular de la causa y acabaron sacándole a hombros por la puerta principal. Que no es la del Príncipe, entendámonos. La puerta principal es la de cuadrillas, y la del Príncipe es el pórtico de la gloria.
Babelia
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