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OVEJAS NEGRAS

La 'King Kong"

Pilar Alvero Ostra, prostituta de 40 años, dice que "en la calle es fácil serlo con una minifalda y un bolso, pero en la cama es donde se demuestra si se es una buena puta"

Francisco Peregil

Pilar Alvero Ostra -la Gorda para la policía, la Pili con las amigas y la King Kong contra sus enemigas- es una puta deliciosa. Se aposta con unos walkman en la calle de Valverde o en la de la Montera, y cuando dice: "Oyes, tienes un cigarro" y se lleva los dos dedos insinuantes a la boca, parece como si la patente del gesto y la frase sólo le pertenecieran a ella.Hace poco se dio un paseo de cinco meses por la cárceles de Ávila y Yeserías. A finales de 1988 se fue con una compañera y dos clientes a la casa de uno de ellos en Alcorcón. Por la mañana, el dueño de la casa fue encontrado muerto de un infarto por la policía, por la ingestión de barbitúricos. La Pili espera aún la celebración del juicio. "El informe de la autopsia dio que yo era inocente, pero como la justicia nunca está conforme, ahora quieren juzgarme por robo".

A la Pili le gusta ser puta siempre, cuando se ríe -y no para nunca-, cuando habla, cuando come y cuando bebe. "En la calle es fácil serlo, con una minifalda y un bolso, pero en la cama es donde se demuestra si se es una buena puta". Y disfrutar, le gusta disfrutar hasta caer exhausta. "Yo no vengo aquí, como la mayoría, a sacar dinero para droga, vengo a pasármelo bien. Mis clientes los elijo jóvenes, porque los viejos me dan asco y sólo me voy con ellos cuando no tengo más remedio. Los viejos suelen ser sucios, babosos y ratas. Procuro que se corran pronto para dejarlos". "¿Verdad que sí, Alfredo?", se dirige al dueño del bar, "¿cuántos niños guapos te traigo aquí? Los niños pijos dicen que les doy morbo. Ellos tienen todas las niñas guapas que quieren y eso ya no les excita".

Madre de cuatro hijos

Tiene un hijo de 19 años, Óscar, y tres más pequeños internados en un colegio municipal. "De pequeño le decía a Óscar: 'Hijo mío, te me vas a volver medio loca con lo guapo que eres". Ella se dio cuenta pronto de que él "no era como los demás" y comenzó a vestirle de niña, a comprarle silicona y a pagarle operaciones después, para que no le creciera el vello. Óscar es ahora Bea, un travestida que vive en Roma. "Es muy educada, modosita, parece una niña pija... Un poco creída, eso sí".

Hubo ocasiones en que se fueron las dos con un mismo cliente y se divirtieron, pero Bea no termina de perdonarle a su madre el hecho de que la haya parido varón. La Pili dice que puede ir tranquilamente a la Castellana sin que los travestidos le digan nada, porque saben que es la madre de Bea. "Ella vivía antes en Roma con una compañera, pero ahora vive sola porque es muy especial. El psiquiatra nos dijo que a Bea le dan paranoyas. Los travestidos son muy raros. El único que la puede aguantar es un tío". A Pili le da miedo irse a Roma con la hija, y además le gustan sus cuatro esquinas, el Sepu, como dice ella, en alusión a los almacenes que hay por la zona. "Quiero a esas esquinas, les tengo cogido mucho cariño, después de 20 años". Los hijos son para ella, junto con un compañero sentimental, un buen error del que arrepentirse. Los únicos errores. "Los hijos son para estar con su madre y su padre y no en un colegio como los tengo yo".

Su carné de identidad sólo informa de que Pilar Alvero Ostra, hija de Pilar y, de José, nació hace 40 años en Barcelona. En el apartado de profesión, del carné antiguo, venía sus labores - "menudas labores las mías"- y estado, soltera. Vivió 10 años con un hombre, que cumple condena por atraco. La pegaba cada vez que bebía y esnifaba coca. Cuando él se dormía después de pegarla, ella le quitaba "los billetes" y se iba una semana a casa de una amiga. "Cuandovolvía, el ya estaba aplacado".

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Repertorio de carcajadas

La Pili habla pidiendo la complicidad de los demás - "¿verdad?","¿verdad que sí?", " ¿a que sí?"- y mesándose el pelo con toda la mano y una buena dosis de coquetería ruda. La sonrisa no entra dentro de su repertorio, pero sí la carcajada, que la ejecuta agachando la cabeza como si bebiera en un cubo y levantándola al instante.

Por la tarde se va a la calle de los Jardines, después a su piso para ver "la película de la tele", y por la noche a la calle de Valverde. Eso si no le da por hundirse en el bingo, como casi todos los días. "Podría reírme ahora del mundo, pero he perdido mucho dinero en los bingos de este barrio. El otro día, por ejemplo, me dejé 5.000 pesetas en un momento".

Vivir al día

Vive al día, no pasa hambre, "como bien puede verse", pero no conoce la palabra ahorro, a pesar de que tiene una clientela más o menos fija. De Alicante le llega todas las semanas un cliente que se la lleva a la calle del Capitán Haya en busca de otra prostituta. "Nos ponemos bien de coca, y hacemos lo que él quiera. Yo hago de todo y no me importa hacérmelo con otra. En Yeserías, en las duchas había algunas jóvenes que me decían: 'Pili, qué tetitas más bonitas tiene', y yo les decía: 'Quita la mano, niña'. Pero no me hubiera importado hacerlo si hubiese estado más tiempo, ¿Por qué no?". En Yeserías se divirtió. "Todo el mundo debería pasar una temporada en la cárcel para aprender. A mí me recordaba al colegio". Ella contaba sus chistes en las celdas, ganó amigas, y procuró mantenerse al margen del mundo de la droga. "La gente se peIea allí por la droga, que está en manos de las negras".

Dice que vive sola, pero no pide compasión ni tuerce la boca para inspirar pena . Al contrario, se ríe más fuerte que nunca. "¿Cuándo fue la última vez que lloré? Hace dos meses.... yo qué sé..., no me acuerdo". Si se le pregunta cómo paso la Navidad, sale también pronto del lance: "Me desperté a las diez de la noche, vi un poco la tele y salí a trabajar". Asegura con orgullo que nunca ha tenido un amigo ni una amiga. "Hola, hola, tú tu vida y yo la mía", ése es su lema con las compañeras.

Lleva una llaves pegadas al cinturón y unas tijeras plegables a modo de llavero. "Quiera Dios que no tenga que utilizarlas nunca", y toca madera. No tiene chulo, y dice que no le hace falta. Hace tres meses "un niñato" la pegó. "La culpable fui yo porque no me gustaba. Yo le pregunté a él si se animaba y él me dijo que estaba esperando a una negra. Le dije que qué tenía la negra que no tuviera yo". Ya en el hotel, la Pili no quería desnudarse hasta que él no le diera 3.000 pesetas. El le contestó con una patada en la cara mientras le decía que no pensaba pagarle a una puta. Ante lo contundente de sus métodos, ella se subió la falda, y el joven le hizo el amor sin pagar. Por lo demás, la Pili ha sabido salir airosa de la mayoría de las situaciones.

"He llegado a estar en un coche con tres tíos, los he manipulado, los he saciado y les he cobrado después. ¿Qué más quiero?".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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